Kabul. El presidente afgano, Ashraf Ghani, culpó ayer del deterioro de la seguridad en su país a la decisión de Estados Unidos de retirar de manera “abrupta” a sus tropas.
En tanto, el Departamento de Estado informó que ampliará la elegibilidad de las admisiones en su programa de refugiados, más allá de los cerca de 20 mil afganos que ya lo solicitaron bajo un programa para intérpretes que trabajaron con las fuerzas estadunidenses durante la guerra.
“La razón de nuestra actual situación es que el retiro se decidió abruptamente”, acusó Ghani ante el Parlamento, y agregó que había advertido a Washington acerca de que la salida de sus tropas tendría “consecuencias”.
Dos cohetes dañaron el domingo pasado la pista del aeropuerto de Kandahar, provocando la interrupción de todos los vuelos con esta gran ciudad del sur de Afganistán, mientras los combates entre el ejército y los talibanes se intensificaron en otras capitales.
Los insurgentes también se acercaron a los límites de Herat, ciudad del oeste que fue escenario de combates por cuarto día consecutivo, y se adentraron en Lashkar Gah, capital de la provincia de Helmand, vecina de Kandahar.
“Hay enfrentamientos, cortes de electricidad, hospitales saturados, las redes de telecomunicaciones no funcionan, no hay medicamentos y las farmacias están cerradas”, denunció Hawa Malalai, residente de la zona.
El gobierno afgano abatió a 455 talibanes, mientras lucha para evitar que ciudades importantes caigan en manos del grupo extremista, informó el Ministerio de Defensa.
Desde mayo, aprovechando la ya casi concluida retirada de las fuerzas internacionales del país, los talibanes lanzaron una ofensiva con la que se han apoderado de amplios territorios rurales.
Las fuerzas gubernamentales apenas controlan los grandes ejes de comunicación y las capitales provinciales, algunas de ellas rodeadas por los insurgentes.
Además, las embajadas estadunidense y británica en Kabul acusaron a los talibanes de “masacrar civiles” en Spin Boldak, cerca de la frontera con Pakistán.