Tijuana, BC., Con la toma de posesión de los diputados del nuevo Congreso local, el fin de semana se inició la transición de poderes en Baja California, pero también el distanciamiento de la gobernadora electa, Marina del Pilar Ávila, del mandatario Jaime Bonilla y la “reconciliación” de la próxima administración con el hankismo, que Marina selló en una fotografía con Juan Carlos Hank Krauss en las primeras horas del domingo. El hijo del dueño del grupo Caliente será regidor en Tijuana, bajo las siglas del Partido Encuentro Solidario (PES), donde los ex priístas de la entidad se aglutinaron.
Fue al final de la instalación de la 24 Legislatura de Baja California cuando la gobernadora electa anunció que intentará echar atrás la municipalización de las comisiones de agua, última reforma legal que Bonilla envió al Congreso anterior y que se aprobó con apenas 13 votos porque una parte de los diputados morenistas escucharon a la gobernadora electa, quien les pidió que la rechazaran.
Los diputados de Morena afines a ella que votaron en contra de la propuesta bonillista ya habían firmado un recurso de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación que enviaron por correo certificado unas horas antes de que concluyera su encargo.
En Baja California las comisiones de agua, una por cada municipio, salvo Tijuana, que incluía el conurbado Playas de Rosarito, eran controladas por el gobierno del estado y sus presupuestos eran casi siempre superiores a los de los propios municipios. Durante las administraciones panistas se convirtieron en cajas chicas de la clase política y desde sus oficinas se apoyó a candidatos a alcaldes y gobernadores.
Jaime Bonilla inició una transformación que primero lo llevó a cobrar a los grandes deudores, entre ellos grupos empresariales. El aeropuerto de Tijuana, la cervecera Heineken y el Grupo Caliente, de Jorge Hank Rhon, tuvieron que pagar más de 30 millones de pesos cada uno, aunque han anunciado que ganarán litigios al gobierno y recuperarán su dinero.
La municipalización del agua fue la última reforma que el Congreso saliente aprobó al gobernador Jaime Bonilla Valdez.
La gobernadora electa consideró que “existen muchas posibilidades que la reforma se caiga por las formas, los momentos. No se cumplieron los términos procesales del trámite parlamentario y hay algunas inconsistencias. No se cumple el 115 constitucional, entre otras cosas”, precisó.
El secretario general de gobierno de Bonilla, Amador Rodríguez Lozano, señaló que la actual administración termina el último día de octubre y no tenía por qué pedir permiso a la próxima para proponer cambios en el Congreso.
La transición en el Congreso sirvió no sólo para marcar distancia con Bonilla. La gobernadora electa se fotografió con las cabezas visibles del hankismo: el dirigente estatal del PES, el ex priísta Benjamín Gómez, y el próximo regidor de Tijuana, Juan Carlos Hank Krauss, hijo de Jorge Hank Rhon y enemigo político de Bonilla.
La imagen de los tres abrazados en el Congreso fue acompañada por un comunicado del PES, en el cual señala que en ese partido “estamos conscientes del mandato que nos dieron los ciudadanos. Seremos una oposición responsable” que trabajará por la “reconciliación” de Baja California.
El enfrentamiento entre Hank y Bonilla durante los dos años recientes llegó a tener tintes de vodevil. Bonilla cobró un adeudo de 36 millones de pesos a Grupo Caliente, confiscó máquinas tragamonedas en uno de sus casinos y hasta mostró fotografías del empresario con barba de varios días y preguntaba a sus seguidores: “¿Cuál es el que parece loco de los dos?” Hank, por su parte, empezó a llamar al mandatario “el loquito”.