Los estoicos, hace más de 2 mil años, pensaban que el ser humano no puede evitar las catástrofes, pero sí puede modificar la actitud ante lo que le sucede. La vida puede ser una tragedia o una comedia, dependiendo de la actitud que se tome y en nuestras manos está aprovechar esta crisis para cambiar nuestra forma de interactuar socialmente.
En materia educativa se presenta un cambio importante a raíz de la pandemia, ya que abrió las puertas a la imaginación, a la tecnología y a la difusión de contenidos por medios digitales. Sobre este punto, Omar Peláez, arquitecto de soluciones de colaboración de Cisco México, nos presenta las principales tendencias en la formación de los estudiantes.
De acuerdo con su investigación, bajo el título de Lo que aprendimos durante la pandemia con la educación a distancia, los contenidos digitales permiten ofrecer más información por canales múltiples, para profundizar en cualquier tema. El material integra herramientas adicionales a las que ofrece la escuela tradicional. Las sesiones de enseñanza cambian con la educación a distancia y deben ser cortas, precisas y con objetivos claros. La concentración en los contenidos funciona mejor cuando las presentaciones duran alrededor de 10 minutos y se interactúa con los demás. La revisión de fuentes confiables es básica para avanzar en el conocimiento. Las redes sociales son herramientas para aprender y no sólo para interactuar con los amigos. Las computadoras, las tabletas y los teléfonos inteligentes conectados a Internet son indispensables. La creación de contenidos de video, voz y audio refuerzan el conocimiento. Los espacios en el hogar también cambian y se adaptan al aprendizaje. Pero lo más importante es que en este nuevo proceso se mantenga la interacción entre maestros y estudiantes, para orientar adecuadamente a los alumnos.
Omar Peláez nos dice que las plataformas digitales no sustituyen a la escuela ni al maestro, pero se convierten en herramientas indispensables para el aprendizaje híbrido.
El gran problema que se presenta, sobre todo en países pobres, es que hay una brecha digital en la población, ya que no todos tienen acceso a las nuevas tecnologías, lo que genera una preparación de primera y otra de segunda. Quienes cuentan con las herramientas necesarias avanzarán sin contratiempos, pero aquellos que no pueden conectarse a Internet se rezagarán en materia educativa.