Rafa Mendoza ha retomado las presentaciones, tras año y medio de ausencia en los escenarios por la pandemia; además, viaja con la novedad de un álbum, el comentado Vámonos al baile, al que considera “homenaje a la música tradicional mexicana” y lo presenta estos días, solo, en espera de hacerlo más adelante con el grupo de excelentes músicos con los que lo produjo y grabó.
Los foros en que se ha presentado (Aguascalientes, La Paz, Tijuana y San Luis Potosí, entre otros) se han visto llenos y el público que lo sigue, que gusta de la canción de autor, lo ha recibido con deferencia. Rafa es pródigo en escena, contando las historias y anécdotas que propiciaron los nuevos temas, al tiempo que recuerda clásicos de su repertorio. Es un cantautor elegante, de buen decir, de voz agradable y bien timbrada que sabe conectar con su audiencia. Se ha destacado por crear canciones llenas de significado y mensajes directos que, como él señala, están motivadas por el tiempo que le ha tocado vivir.
En una charla previa al inicio de la gira nos comentaba: “Desde un principio me propuse hallar la manera correcta de decir la canción, en lo poético y musical, y creo estar acercándome a esto… Siento que cada vez voy encontrando mayor capacidad de precisión en lo que quiero decir, aun cuando sean discursos un poco complicados, como una verdad sexual, una frase política o una máxima humana. Eso ha sido fruto de un trabajo constante, de una depuración continua de los textos, de un hacer caso al sonido de las palabras, a su sentido profundo. También es resultado de leer, escuchar y escribir mucho.”
Manifiesta su postura y rigor creativo, hoy, cuando se compone con tendencia al éxito inmediato, al bestsellerismo musical. “Tengo mucho respeto por la canción como forma musical, por la palabra, por la misma música. No se me ocurre escribir a la ligera; quizá por esto tardo tanto en componer. Además, no sé hacer mi trabajo de otro modo. Componer es un oficio maravilloso y obsesivo, en el cual todo lo que se ve y se siente se aprovecha para contar una historia en la brevedad, que al mismo tiempo es la vastedad de una canción. Éste es un oficio de entrega y ofrenda que obliga a decir las cosas de manera puntual y precisa. Me he propuesto encontrar esas maneras, y creo estar lográndolo. Ejemplo de ello es el disco que ahora presento”.
Desde la primera canción que compuso a los 18 años Te compré (el discurso de un patrón a su trabajador) hasta las que integran Vámonos al baile, ha trabajado en una variedad de ritmos que van de la trova al blues pasando por la cumbia, el rap, el reggae, el son cubano y las vertientes de la música tradicionalmexicana como la ranchera, los sones istmeños y huastecos, canto cardenche, géneros en los que hace énfasis en esta nueva producción.
“La música tradicional está viva, sólo que no se difunde”, asegura. Una manera de impulsarla es que los cantautores contribuyan con nuevos temas, ponerla al día y ampliar los repertorios de tradiciones. “Hay cada vez más canciones y casi estoy seguro de que hay más compositores, sólo hay que alentarlos”.
Sobre Lo que enseña en sus talleres de composición, dice: “Son criterios que se echan a andar en mi proceso creativo, que tienen que ver con las cualidades de la palabra, la riqueza o no de la melodía y el sustento armónico. Los invito a escuchar con atención y descubrir las diversas dimensiones de la canción. Creo que esas conversaciones y trabajos colectivos pueden contribuir a que la factura y la escucha de una canción sean más exigentes y conscientes.
La gira Vámonos al baile continúa. Presentaciones en agosto: 7, en el Centro Cultural Los Pinos, Ciudad de México; 13, en Querétaro; 14, en Celaya y 28, en Toluca.