“¡Carajo! ¿Dónde puedo votar? ¡Ni un méndigo cartel que lo oriente a uno!”, estalló Luisa Velázquez, una sexagenaria de vida acomodada, después de dos horas de peregrinar por Coyoacán en busca de su sección. Un desafío a su paciencia, a su voluntad de votar, a su convicción de enjuiciar a los ex presidentes.
–¿Alguno en especial a enjuiciar?
–Del que todo el mundo habla… Salinas, murmuró, antes de salir de la mesa equivocada a la búsqueda de la dirección correcta.
Entre quienes sufragaron este domingo, hay un convencimiento casi unánime del principal responsable del que surgieron gran parte de las calamidades que enfrenta ahora el país: Carlos Salinas. La personificación del neoliberalismo. “Privatizó todo”, dijo sin matices José Pérez, para quien esta consulta es un ejercicio de “elemental justicia”.
Aunque entre algunos votantes había desorientación y desinformación, el mayor signo de la consulta fue el desinterés. Las calles de Coyoacán eran una romería, pero el flujo a las mesas era a cuentagotas.
En general las mesas receptoras estuvieron prácticamente vacías, la indiferencia y apatía frente a la consulta prevaleció en la jornada. Desde mediodía, el abstencionismo se proyectaba ya como el protagonista principal.
–¿Como va la votación?
–Más o menos, como 60 votos, responde un funcionario de casilla al filo de las 14 horas antes de agregar, casi con tristeza, “de las 2 mil que deberían llegar”.
Luisa no era la única perseverante para participar. Muchos más habían tenido que recorrer calles para ubicar dónde expresar sus sentimientos hacia los políticos del pasado, algunos desistieron en el intento y otros lo lograron después de persistir en localizar su sección, principalmente adultos mayores, para quienes consultar la sección en internet conllevaba mucha dificultad.
Josefina, de 65 años, masculló su inconformidad por las dificultades para sufragar: “tuve que caminar por toda la colonia, no nos dijeron en dónde estaría, me habían comentado que era donde voté el 6 de junio, pero no fue ese lugar, caminé y caminé, desde las calles de Ricarte, Montevideo, Politécnico, hasta que logré llegar aquí”.
De la versión del INE sobre las complicaciones de ubicar la mesa se desprendía que era debido a la austeridad que se les impuso, un asunto de pesos y centavos: la obligada compactación de secciones porque no hubo dinero. Oficialmente, 43 por ciento de las mesas no se ubicaron en el mismo sitio que el 6 de junio.
Pero hay casos que desafiaron esa lógica institucional: las secciones 4397, 4390 y 4398 se ubican en Nicolás San Juan, en la Del Valle, pero sólo del apellido Abascal a López. Usualmente colocadas en el mismo sitio en las elecciones, en esta ocasión la mesa contigua estuvo varias cuadras más adelante.
“Son ganas de no dejar votar a uno”, reventó un ciudadano, antes de salir molesto a la búsqueda de dónde sufragar.
Rafael, de 69 años de edad, también reprochó al INE la organización. “Parece ser que la está haciendo a la de ahí se va... la gente quiere participar. Yo soy de la Churubusco Tepeyac, y tres personas adultas mayores me dijeron que recorrieron toda la colonia sin encontrar su casilla”. Significativa participación de los adultos mayores este domingo.
Sin embargo, los votantes distaron de asistir masivamente, todo lo contrario, pero quienes lo hicieron tenían la convicción de ajustar cuentas con el pasado, en especial con el “jefe de jefes”: Carlos Salinas. Así lo definió Julio Casillas, un sicoanalista que arribó a la vacía sede de la Fonoteca a sufragar, quien celebró que, por fin, en México hay estos mecanismos de consulta a la sociedad.
–¿Hay que enjuiciar a los expresidentes?
–Creo que sí, que lo diga el pueblo, no una procuraduría chafa.
“Hicieron mucho daño”, aseguró Elsa Vázquez, ya entrada en la séptima década convencida de una sola cosa: “hay que castigarlos porque se llevaron el dinero del pueblo”.
Misael Miñón nació en el último año del salinismo, 28 años de edad, quien acudió a votar convencido de la relevancia de participar para que se tome “en cuenta la opinión del pueblo”. Convencido está de su voto, no tanto del destino de la consulta: “no habrá un cambio que se muestre ahorita”. Sin embargo, en las mesas receptoras se veían pocos jóvenes votando. Muchos no habían nacido cuando el salinato terminó en medio de una profunda crisis o cuando Zedillo rescató a los bancos a través del Fobaproa.
Transcurrieron las horas y las masas no llegaron. Casi a las seis de la tarde, en las mesas receptoras se apilaban gran parte de los blocs de boletas sin usar. Centenares, miles de votantes que no llegaron.