Kabul. El gobierno afgano reforzó ayer el despliegue militar en distintos puntos del país, en medio de bombardeos y feroces batallas callejeras ante el resurgimiento de los talibanes, que en sus ataques más recientes dispararon al menos tres cohetes contra el aeropuerto de la sureña ciudad de Kandahar y renovaron sus asaltos en varias urbes.
Cientos de comandos fueron desplegados en la ciudad occidental de Herat, escenario de combates por cuarto día consecutivo, mientras las autoridades de Lashkar Gah, capital de la provincia de Helmand, vecina de Kandahar, pidieron más tropas para frenar el avance de los insurgentes ante el aumento de peleas callejeras, cadáveres a la intemperie y ataques aéreos del gobierno afgano y fuerzas estadunidenses.
Los ataques aéreos gubernamentales en el país han dejado decenas de muertos en las calles, según testimonios citados por la cadena catarí Al Jazeera.
El general Ajmal Omar Shinwari, vocero de las fuerzas armadas, dijo en conferencia de prensa que tres provincias en el sur y el oeste enfrentan situaciones críticas de seguridad, sin precisar cuáles son.
En el sur de Herat, los talibanes tomaron el control del puente Pul Malan y disputan a las fuerzas afganas el de Pastun Pol, situado en la ruta que conecta con el aeropuerto local. Los islamitas han conquistado varios distritos de la provincia, así como los pasos fronterizos de Islam Qala, principal punto con Irán, y el de Torghundi, colindante con Turkmenistán.
Al menos 20 personas, entre civiles y agentes de seguridad, murieron y 90 resultaron heridas en combates en esta urbe y sus inmediaciones, de acuerdo con fuentes médicas. Durante los combates del viernes en este punto fue atacada con cohetes y armas de fuego la oficina de la misión de la Organización de Naciones Unidas.
En Kandahar, los talibanes dispararon al menos tres cohetes contra el aeropuerto, de los cuales dos dañaron la pista, informó Masud Pashtun, director del complejo. Autoridades locales confirmaron que todos los vuelos fueron suspendidos y la pista de aterrizaje quedó parcialmente dañada sin que hubiera informes inmediatos de víctimas.
El recinto aeroportuario, que resguarda una base aérea militar, es esencial para el aprovisionamiento de las tropas afganas que combaten desde hace semanas con el grupo armado en las afueras de Kandahar, cuna del movimiento islamita y la segunda ciudad más poblada después de Kabul, con la finalidad de conseguir el dominio total de otras provincias.
Desde mayo, aprovechando el ya casi concluido retiro de las fuerzas internacionales del país, principalmente las estadunidenses, los talibanes lanzaron una ofensiva con la que se han apoderado de amplios territorios rurales. Las fuerzas gubernamentales casi no pusieron resistencia y controlan apenas los grandes ejes de comunicación y las capitales provinciales, algunas de ellas rodeadas por los insurgentes.
Una hipotética caída de Kandahar o de Herat aumentaría las dudas de la comunidad internacional sobre la capacidad del gobierno afgano para frenar a los talibanes. Agencias de ayuda humanitaria temen que la caída de cualquier ciudad importante empeore una crisis humana emergente que ya ha obligado a un gran número creciente de personas a huir de sus hogares.