Tokio. La venezolana Yulimar Rojas impuso récord mundial en el triple salto, mientras el italiano Lamont Marcell Jacobs sorprendió al convertirse en el heredero de Usain Bolt en la prueba reina de la velocidad en los Juegos de Tokio 2020.
Rojas escribió la página más importante de su carrera deportiva, al marcar 15.67 metros para conseguir su primer oro olímpico en el triple salto y batir el registro que estableció la ucrania Inessa Kravets con 15.50 metros en el Mundial de Gotemburgo 1995. Además, es la primera mujer de su país que se consagra campeona en unos juegos veraniegos.
“Si puedo definir, describir este momento, es mágico. Una medalla de oro olímpica, con un récord del mundo. Es una noche fantástica”, dijo Yulimar tras la prueba.
La plata fue para la portuguesa Patricia Mamona (15.01 metros) y el bronce para la española Ana Peleteiro (14.87), ambas con sendos récords de sus países.
Yulimar, de 25 años, demostró su superioridad desde el primer salto al conseguir una distancia de 15.41. Lograrlo desde el principio, a dos centímetros de la mejor marca personal con la que llegó a Japón, le garantizaba la medalla de oro porque ninguna competidora parecía capaz ni de acercarse.
La venezolana compitió contra sí misma, buscando la ansiada plusmarca, que llevaba persiguiendo en los últimos años.
En ese último intento, a todo o nada, Yulimar voló. Sabía que había llegado lejos, vio la bandera blanca de que el salto era válido y se confirmó la hazaña: 15.67 metros.
“Sabía que tenía esa distancia en mis piernas, que podía conseguirlo. Estaba fallando algo en el aspecto técnico, pero en el último salto lo di todo para conseguirlo.”
Rojas, plata hace cinco años en Río 2016 por detrás Caterine Ibargüen (37 años), sucede a la estrella colombiana, quien fue décima con apenas 14.25 metros, en el palmarés olímpico de esta prueba
Jacobs sorprende
Poco después, la atención pasó a la recta del Estadio Olímpico, donde se disputó la final de los 100 metros planos. Sin un claro favorito para suceder al mito jamaicano Usain Bolt, fue el italiano Jacobs quien se llevó la victoria por sorpresa con un crono de 9 segundos y 80 centésimas, récord de Europa.
Se convirtió en el primer atleta europeo que se proclama campeón veraniego en la línea recta desde el británico Linford Christie en Barcelona 1992. Superó al estadunidense Fred Kerley (9.84), plata, y al canadiense Andre de Grasse (9.89), bronce.
“¡No sé qué decir! Es fantástico, increíble. Es el sueño de mi niñez hecho realidad, ganar unos Juegos Olímpicos”, indicó el italiano.
Especialista en salto de altura durante años, hasta el domingo, el mayor logro deportivo de Jacobs –nacido en El Paso, Texas, de padre estadunidense y madre italiana– había sido su triunfo en los 60 metros indoor en los campeonatos de Europa.
La hazaña de Jacobs se hizo mucho más asequible cuando el estadunidense Trayvon Bromell, quien se perfilaba favorito al llegar a Tokio con la mejor marca del año, 9.77 metros conseguida en junio, no logró un boleto a la final tras terminar tercero en su semifinal.
No estuvo en estos Juegos el campeón del mundo, el estadunidense Christian Coleman, suspendido por tres faltas en sus obligaciones de localización para controles antidopaje. Así, la carrera de los 100 metros planos de Tokio 2020 se vislumbró como una de las más abiertas e inciertas de la historia, como finalmente ocurrió.
Comparten título en salto de altura
No fue la única alegría italiana en el atletismo. Gianmarco Tamberi y el qatarí Mutaz Essa Barshim compartieron el oro en el salto de altura, tras finalizar igualados y rechazar disputar un desempate, mientras el bronce fue para el bielorruso Maksim Nedasekau.
Los tres competidores hicieron 2.37 metros, pero Tamberi y Barshim finalizaron en igualdad perfecta y pudieron compartir el primer puesto. El bielorruso Maksim Nedasekau tuvo más intentos fallidos, por lo que se llevó la medalla de bronce.
Barshim, de 30 años, y Tamberi, de 29, no fallaron hasta que intentaron superar los 2.39 metros. Después de tres intentos cada uno, acabaron igualados y entablaron una conversación con un funcionario olímpico, que primero les ofreció un “salto de desempate” para decidir el asunto. “¿Podemos tener dos oros?”, le preguntó Barshim. El directivo asintió, y los dos atletas se dieron la mano con alegría para levantar la presea dorada.