El Tri naufragó. En un mar de confusión, los mexicanos no lograron sacar ventaja del dominio que ejercieron durante gran parte del partido ante el equipo alterno de Estados Unidos, que con un gol agónico en tiempo extra, a los 117 minutos, ganó 1-0; victoria que sirvió para dar a la alineación de las barras y las estrellas la Copa Oro de Concacaf en Las Vegas. Naufragio sin excusas.
Con el desgaste de ambos conjuntos, ya era poco claro el juego y tras una falta, Miles Robinson anotó cuando parecía que el título se definiría por penales.
La historia es conocida. México tuvo control casi absoluto de la pelota, con buen flujo en el campo, llegadas con frecuencia y facilidad ante la poca resistencia estadunidense, que elaboró un gran despliegue defensivo. Pero de nada sirvió, porque la poca eficacia ofensiva de los tricolores dejó infinidad de oportunidades guardadas en los botines. Las pelotas pasaron una y otra vez sin culminar en una definición.
Rogelio Funes Mori tuvo infinidad de oportunidades, sobre todo un testarazo que fue una salvada asombrosa del guardameta Matt Turner tras un córner. Cuando el duelo parecía de total control mexicano, con eventuales intentos de contragolpe rival, Edson Álvarez perdió el balón cerca del área, error imperdonable que pudo salir caro.
La pelota quedó para Paul Arriola, quien, para fortuna de los mexicanos, definió con un disparo aún más grosero que la pifia del zaguero, y así dejó escapar el chance.
Poco antes del fin de ese episodio, Héctor Moreno se resintió de un muslo y tuvo que salir de la cancha, desconsolado, y sustituido por Carlos Salcedo. El regreso al campo no bajó intensidad. Arriola fusiló a la portería tricolor ante la distracción defensiva, pero Néstor Araujo saltó prodigioso para desviar con la cabeza un tiro que parecía mortal. A 20 minutos del final reglamentario, Estados Unidos estuvo más cerca de anotar; si no caía, el gol era por errores ingenuos de sus atacantes.
En el tiempo extra, el Tri tuvo un ligero dominio al principio, pero con el desgaste y la ineficacia de los delanteros, el juego se volvió confuso. En medio del caos, con los penales que ya flotaban en el aire, surgió Robinson para marcar el gol de la victoria en una jugada a balón parado. Ahí se definió el título y la debacle de un tricolor en apariencia superior y con resultados en contradicción.