Reivindicar nuestra relación con la naturaleza, entendernos como parte de ella y respetarla son las reflexiones que la escritora Norma Muñoz Ledo busca generar con su libro infantil Tú y yo, que se presentó de manera virtual el sábado pasado en las redes sociales del Fondo de Cultura Económica.
En entrevista, la autora expresó que hay una preocupación generalizada por el futuro, incertidumbre que comparten las nuevas generaciones, por lo que el libro recopila esas dudas.
“La naturaleza nos excede, es más grande que nosotros, incluso que el planeta; es este universo del que, en realidad, no conocemos casi nada; entonces, hay temor a que el orden que conocemos desaparezca. En este momento eso nos preocupa, nos consterna.
“La modernidad en la que estamos inmersos nos tiene distantes de la naturaleza. Deberíamos reconocer, recordar, que la relación con la Tierra es de cariño y respeto. Por eso, al final del libro, la Tierra responde: ‘quiéreme, trátame amablemente’.”
Para Norma Muñoz, las comunidades originarias tienen una relación más armónica con la naturaleza: “No piensan en explotarla o agregar agroquímicos a la tierra para que produzca; más bien se trata de pedirle, de nutrirla, que permita la buena siembra.
“Los pueblos originarios todavía practican la cacería para la subsistencia, no por deporte; piden a los animales, a los venados, a los jabalíes, a los guajolotes; esto no es parte de la vida urbana, en las urbes hemos perdido esa sabiduría.
“El historiador López Austin en su libro Monte sagrado: Templo Mayor habla de la presencia de entidades en las montañas; es una noción de los grupos mesoamericanos. Son como los guardianes de ese espacio y se les conoce como dueños, abuelos, abuelas, madres, padres.”
La escritora, amante de la mitología, considera que estos seres fantásticos son, de alguna manera, defensores de la Tierra. “Es como a lo que Platón refiere como el alma del mundo; es pensar que el planeta tiene alma: la naturaleza.”
También retoma la idea del filósofo estadunidense David Abram, quien invita a escuchar al planeta como ser vivo. “Somos polvo de estrellas, no un agente externo; lo que hagamos al planeta nos altera, es como un espejo de nosotros”, reflexionó la autora.
“Me inspiré en las mujeres activistas que señalan la necesidad de generar riqueza a costa de la Tierra, entre ellas Donna Haraway, quien define a la naturaleza como un trickster, algo que va a terminar con el orden establecido, con el statu quo inamovible, una idea que nos perturba muchísimo.
“Sin embargo, la naturaleza se caracteriza por eso, es la evolución de la vida. Termina la vida como se conocía y empieza otra; es una de las propuestas del libro.”
Las ilustraciones de Meel Cerecer aluden a lo femenino, “toman el enfoque de madre, del cuidado, la calidez y el abrazo: la naturaleza como lo que nos sostiene y no nos carga”.