Bajo el mando del general Antonio Riviello Bazán, secretario de la Defensa Nacional entre 1988 y 1994, y con el objetivo de “modernizar” al Ejército mexicano, se impulsó la creación de los Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales (Gafes), grupos de élite con militares entrenados en el extranjero (Estados Unidos (EU), Israel, Francia, Guatemala, Chile, etcétera). Adiestrados para realizar operaciones de contrainsurgencia, a los Gafes les fue asignada la misión, en la década de los 90, de dar un “golpe quirúrgico” contra los zapatistas, un “golpe a la cabeza del EZLN”. La misión se complementaría luego con un “golpe total”.
Arturo Guzmán Decena, Arturo Lazcano Lazcano y otros miembros de los Gafes desertaron y fundaron el grupo criminal Los Zetas. Entre las tareas de entrenamiento de la organización criminal también participaron antiguos integrantes de los Kaibiles, grupo de élite del ejército guatemalteco, una de las unidades militares de Centroamérica que reciben mayor asistencia por parte de EU.
Como se sabe, Los Zetas es una de las organizaciones criminales que más terror ha sembrado en México. Recientes investigaciones de la Comisión Nacional de Búsqueda de la Secretaría de Gobernación apuntan a que nueve centros de exterminio identificados en el noroeste del país se ubican en lo que fue su zona de influencia.
La transición de Los Zetas de un grupo de élite militar a uno criminal no impidió que continuara haciendo las tareas para las que originalmente fue planeado: labores de contrainsurgencia. Oaxaca fue uno de los “teatros de operación”.
En 2006, en plena rebelión popular encabezada por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), el gobernador Ulises Ruiz ordenó una violenta represión contra actores del movimiento popular que implicó desapariciones forzadas, tortura, ejecuciones extrajudiciales y “caravanas de la muerte”. Para ejecutar dicha represión, Ulises Ruiz recurrió a “todo el aparato estatal de manera ‘legal’”, pero también a la “acción de grupos armados ilegales”, esto de acuerdo con el informe de la Comisión de la Verdad sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos contra el pueblo oaxaqueño en 2006 y 2007 (versión popular).
Arturo Peimbert, quien fuera titular de la Defensoría de los Derechos Humanos de Oaxaca, es más directo: “una ecuación comprobada aplicada por Ulises Ruiz, en la que se utilizaron fuerzas parapoliciales para colaborar y hacer el trabajo sucio de las fuerzas de seguridad de los tres órdenes de gobierno y es el primer caso en que se comprueba la participación en estas acciones [de] integrantes del crimen organizado, específicamente Los Zetas, a partir de los testimonios de las víctimas” (https://bit.ly/3iTrTZ4).
Al igual que otros grupos del crimen organizado, Los Zetas no se limitaron al negocio de las drogas, también entraron en el del carbón, de la gasolina, a la extorsión y a los más de 20 delitos que forman parte del crimen trasnacional organizado, una de las expresiones más brutales del capitalismo global hoy (https://bit.ly/3f6AO8t).
La historia de Los Zetas es un ejemplo claro de ese mundo en donde se ha borrado toda frontera entre lo legal y lo ilegal, donde el Ejército, policías, gobiernos municipales, estatales y federales, así como empresarios y crimen organizado se fusionaron en una verdadera máquina de guerra contra pueblos enteros, contra organizaciones populares, pueblos indígenas, personas migrantes, contra hombres, mujeres, ancianos, niños, niñas…
¿Cómo sucedió esto? ¿Cómo fue que se autorizaron recursos públicos del Estado mexicano para entrenar y financiar a este grupo que después se convirtió en nuestro verdugo? ¿Quiénes tomaron las decisiones que llevaron a esto? ¿Quiénes les garantizaron impunidad o fueron omisos ante sus acciones?
Por las víctimas de Aldama, por las 72 personas migrantes asesinadas en San Fernando, por las más de 300 mil personas asesinadas y las más de 85 mil personas desaparecidas de 2006 a la fecha… Por Tlatelolco, Ayotzinapa, Acteal, Aguas Blancas, Tlatlaya… Por todos los crímenes de Estado, por toda la barbarie que hizo de nuestro país una gran fosa clandestina. Por todo eso y mucho más, es tiempo ya de que los y las de abajo salgamos a buscar Justicia, una justicia que no vendrá de arriba ni llegará sola. Necesitamos conocer la Verdad y emprender procesos de Memoria para dignificar a todas nuestras víctimas. Porque como dice el EZLN, “no puede haber vida sin verdad y justicia”.
* Sociólogo
Twitter: @RaulRomero_mx