Ciudad de México. Así como cuidamos en la vida física con quien hablamos, en la virtualidad también debe ser de ese modo, porque “en internet somos más de 4 mil 800 millones de personas, es más del 60 por ciento de la población mundial”, recomendó Jordi Martin, especialista en educación e integrante del Programa Global de Ciberdelito de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC).
En el conversatorio Corazón Azul, Uniendo Voces contra la Trata de Personas, organizado por UNODC, el Sistema Nacional DIF, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la agrupación Fin de la Esclavitud, Martin indicó que en la red “nunca olviden que, así como miramos el mundo, el mundo también nos mira”, y en tal sentido tener claro que “todos somos potenciales víctimas”.
Y es que “los victimarios son perfiladores expertos, y buscan víctimas con factores de vulnerabilidad, baja autoestima, escasa supervisión parental, que estén muchas horas conectados, tengan mala relación con sus padres o con problemas familiares”.
Por eso quienes tienen mayor vulnerabilidad ante un ciberdelincuente son aquellas personas con “escasa percepción del riesgo, inexperiencia en la red, tener prácticas de riesgo, tales como compartir información personal, normalizar compartir fotografías o videos, aceptar a personas desconocidas en redes sociales y estar en espacios virtuales no diseñados para nuestra edad, esto sobre todo en el caso de infantes.
En la víspera del Día Mundial contra la Trata de Personas (30 de julio), destacó que “los delitos de trata o ciberdelitos son ilícitos silenciosos, en donde la víctima es víctima, durante mucho tiempo”.
José Antonio Ruíz, coordinador de proyecto de la Iniciativa Spotligth del UNFPA, comentó que las redes sociales juegan un papel importante en la socialización, y con la pandemia por COVID-19 éstas cobraron mayor importancia, debido a que, para evitar contagios, ahora se estudia y trabaja en línea.
Advirtió que los enganchadores también usan esos espacios para captar, principalmente a niñas y adolescentes para la trata y explotación sexual, y dada la penetración de las redes “se ha amplificado esta posibilidad de explotación” sobre todo cuando se navega sin filtros de seguridad, es ahí cuando nos podemos encontrar con personas no adecuadas.
Martin destacó que “el internet es una ventana al mundo, pero también es una puerta de acceso a nuestra vida física y virtual, porque lo que hacemos en red tiene consecuencias en nuestra vida física. No hay dos mundos en paralelo, no existe un mundo virtual separado de uno físico: es la misma moneda es dos caras”.
Conminó a no creerse la “sensación de anonimato, de que nadie me, no es verdad, porque pueden acceder malas personas a nuestra vida física a través de nuestra vida virtual”.