La realidad que vive la frontera de México con Estados Unidos en cuanto a población, medio ambiente, cultura, economía e intercambios mutuos, debe explicarse en términos de geopolítica. Esa frontera crece, se desarrolla y modifica según los acontecimientos binacionales.
La línea divisoria mide 3 mil 234 kilómetros y la habitan cerca de 14 millones de personas. Pero no sólo es la que divide a dos naciones con el mayor número de cruces fronterizos del mundo, sino que está entre una con problemas de marginación social y económica y otra, potencia militar y económica. También entre el capitalismo hegemónico y su periferia dependiente; la que divide la cultura sajona y la latina, el inglés del español, la alta tecnología de la media y hasta primitiva. Es lo que Estados Unidos considera su “área natural de influencia”. Esa parte de México ha registrado en los pasados 70 años cambios radicales en lo social, económico, ambiental, político y cultural, más visibles en Tijuana, Ciudad Juárez, Mexicali, Nogales, Piedras Negras, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros.
La primera la visitó con frecuencia Carlos Monsiváis. En numerosos textos abordó hechos claves de esa singular urbe y muestra su amplio conocimiento de todo lo que allí sucedía. También se ocupó de los del “otro lado”, millones de migrantes de distintas nacionalidades que cruzaron “la línea” buscando mejorar su existencia. Muchos no retornaron a sus países de origen y han creado formas de vida y cultura de la que Monsiváis ofrece una certera visión. Como siempre, lo popular en la mira del analista: por ejemplo, la descripción de pachucos, cholos y promotores de arte público.
La mayoría de esos escritos los reúne ahora la Secretaría de Cultura de Baja California en el libro Monsiváis en la frontera: tan cerca, tan lejos, con espléndida introducción de Leobardo Sarabia, también a cargo de la selección de textos y las notas correspondientes. El título refleja las ideas del cronista sobre esa parte de México y el fruto positivo del intercambio cultural entre ambos países, que aumenta con el tiempo. Asimismo, analiza la evolución de la cultura nacional y el intento oficial por moldearla al gusto del gobernante en turno. La visión de Monsiváis sobre la frontera no debe conocerse sólo en esa parte del país. Máxime si transitamos ya con el sello de la globalización.