Casma. El observatorio solar de Chanquillo, en la costa de Perú, cuna preincaica de la astronomía en América, fue inscrito este martes en la lista del patrimonio mundial de la Unesco.
Construidas hace 23 siglos sobre una colina en medio del desierto, las 13 torres del observatorio de Chanquillo son más antiguas que el imperio inca (que floreció en el siglo XV). “Han sido ubicadas con mucha precisión y cuidado sobre la cima de la colina, que aparenta ser el espinazo de un gran animal”, explica el arqueólogo peruano Iván Ghezzi, coautor de un estudio publicado en la revista Science en 2007.
“Los vértices de las 13 torres marcan diferentes posiciones del Sol y, por lo tanto, fechas exactas”, agrega el especialista mientras muestra el observatorio.
El significado de estas ruinas situadas cerca de la costa y 370 kilómetros al norte de Lima fueron por mucho tiempo un misterio para los científicos e historiadores, hasta que fue descifrado por Ghezzi y el arqueo-astrónomo Clive Ruggles, de la Universidad de Leicester, en Gran Bretaña.
Construidas por la cultura Casma-Sechín con orientación norte-sur, las torres fueron colocadas para marcar el paso de los meses, los solsticios y los equinoccios. Este calendario gigante funciona como un reloj solar que lo largo de un año y posee una gran exactitud.
“Chanquillo es una obra maestra de los antiguos peruanos en arquitectura, tecnología y astronomía. Es la cuna de la astronomía en América”, destaca.
“Este lugar fue dedicado al culto al Sol”, explica el también director del Programa Arqueológico Chanquillo y académico de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
El sitio confirma que los antiguos pueblos de la costa peruana realizaban observaciones solares muy minuciosas.
Los emplazamientos ubicados al este y al oeste de las 13 torres están decorados con los restos de objetos utilizados para sacrificios rituales y probablemente servían como plataformas de observación.
El observatorio y su centro ceremonial fueron protegidos por una fortaleza fortificada, con grandes muros de piedra, barro y troncos de algarrobo.
Todo el complejo arqueológico mide 5 mil hectáreas, pero sólo se ha logrado estudiar uno por ciento, dice Ghezzi.
“La inscripción del Complejo Arqueastronómico de Chanquillo como patrimonio mundial contribuye a fortalecer nuestra identidad nacional y ratifica nuestro compromiso con la protección y gestión sostenible de nuestro patrimonio cultural y natural”, sostuvo el ministro de Cultura, Alejandro Neyra.
“Estos reconocimientos permiten que el Perú esté a la vanguardia en la investigación en temas arqueológicos.”
En 2020, la pandemia del Covid-19 paralizó las excavaciones arqueológicas en Perú y dejó a merced de saqueadores muchos sitios que contienen invaluables objetos precolombinos, que son traficados en el mercado negro.
Uno de los lugares donde ingresaron los intrusos fue el observatorio de Chanquillo, situado cerca de predios agrícolas regados por el río Casma, donde se siembran espárragos, mangos y maíz. Los invasores no robaron objetos para traficar, sino que hicieron siembras en el sitio arqueológico.
“Hemos tenido varios intentos [de campesinos] de construir pozos y cercar y de extender chacras agrícolas, pero fue controlado gracias al ministerio de Agricultura”, explica Ghezzi.
El observatorio no está abierto al turismo porque se encuentra en conservación.
Perú tiene otros 12 sitios en la lista de patrimonio de la humanidad de la Unesco, entre los que destaca la ciudadela inca de Machu Picchu, desde 1983.