Hoy, domingo 25 de julio, trato de pergeñar con temor, desesperación, inseguridad, unos sencillos renglones que pudieran trasmitir, a quien esto lea, la importancia, de participar en la consulta del 1° de agosto. Entiendo que mi posición resulta absolutamente radical y alucinada, pero, con toda sinceridad, pienso que la votación de este día tiene tanto o mayor trascendencia que la efectuada el pasado junio, en la que, sin haber alcanzado la llamada mayoría calificada, Morena ganó un número suficiente de escaños como para asegurar la aprobación de la propuesta de presupuesto que le permitirá llevar a cabo su proyecto fundamental de transformación económica, social y política del país. Además, por supuesto, del número inusitado de gubernaturas, ayuntamientos y congresos locales, en territorios hasta hace poco tradicionalmente inaccesibles para un partido que se atrevía a situarse abiertamente a la izquierda, en el espectro político tradicional.
No tengo la menor duda del final de la elección del próximo domingo: quienes se van a molestar en asistir a las casillas, son evidentemente los ciudadanos pertenecientes a los estratos más… iba a decir depauperados, pero esto suena a enfermedad de las glándulas parótidas. Más amolados, más fregados pero, también, necesariamente, más conscientes de las causas de su vida precaria tan aguijoneada por miles de carencias y limitaciones. Como a esta realidad que es nuestra cotidianidad no se atreven, ni siquiera en la agencia “Latones” (¿o Latinus?) a someterla a un montaje tan impresionante como el de la cinta Gravity (siete premios Óscar) o a la coproducción “Contacto en Francia”, con la actuación estelar de la diva F. Cassez y el laureado G. G. Moon (Genaro García Luna, para los íntimos), en su papel de Popeye Doyle, ni menos a la superproducción “La confesional, reina de las pruebas” (sobre todo auxiliada con la tecnología de la Santa Inquisición), dirigida por el reconocido realizador Zerón de Lucio, yo me atrevo a sostener un pronóstico tan aventurado como el siguiente: la abrumadora mayoría de los sufragantes (sea cual fuere el número) se inclinará por el sí y exigirá que se realice un juicio justo, transparente y apegado a derecho, a cinco individuos y sus respectivas mafias que, por su enfermiza e insania estructura moral se empeñaron en destruir este, indestructible país. Vayan unos datos, tan incontrovertibles como el mundo que nos circunda:
Uno por ciento de los mexicanos más ricos concentra 29 por ciento del ingreso. De acuerdo con Oxfam, México, en el país la desigualdad indica: uno por ciento de los más ricos, tiene más de ocho veces la cantidad de riqueza que los 62 millones de personas en situación de pobreza. Vale preguntar: ¿en qué medida la desigualdad es responsabilidad directa de los millonarios detentadores de la riqueza socialmente producida? (forbes.com.mx). En México 10 por ciento de los que más ganan se lleva seis de cada 10 pesos. Diez por ciento de la población con los ingresos más altos, captó 59 por ciento de los ingresos nacionales, mientras uno por ciento de ese rango obtuvo 29 por ciento.
Blitzkrieg es una palabra de origen alemán y pertenece fundamentalmente al lenguaje militar. Su traducción más frecuente es la de guerra relámpago y se refiere a una táctica bélica que tiene como elementos fundamentales la velocidad con que se ejecuta, la brevedad de tiempo en que se desarrolla y el espacio concreto en el que se realiza. Pues la propuesta concreta de la columneta en esta última aparición, antes del domingo 1º de agosto, es poner en marcha una verdadera Blitzkrieg informativa, en cuanto lugar del país sea posible y, a partir de ya, hacer en seis días lo que debió ser tarea cotidiana desde hace meses. No convoquemos a la gente a ninguna reunión para rollar, para tratar de explicar lo que la consulta representa. Vamos nosotros hasta ellos, en los mercados, las escuelas, fábricas, restaurantes, torterías, cantinas, medios de transporte. Subámonos al Metro, a los peseros, las combis, visitemos La Viga, los mercados, los asilos, las clínicas, los parques y hagámosle a la gente una sola pregunta: ¿piensas tú que estos gobernantes deben rendir cuentas de lo que hicieron en favor o en contra de la patria, o sea de nosotros y nuestra gente?
La consulta está ganada, hagámosla inevitable. ¿Se ha dado cuenta de que nadie (personas, personeros, organizaciones de la sociedad civil o delincuencia organizada) ha salido abiertamente a oponerse a la consulta? Sería como una abierta “confesión de parte”. Están entrampados. El pueblo, informado tendrá la palabra. Contribuyamos a que esté informado.
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