Kabul. Estados Unidos continuará sus ataques aéreos en apoyo de las fuerzas afganas si los talibanes persisten con la ofensiva que llevan a cabo desde principios de mayo, advirtió ayer en Kabul el jefe de operaciones militares estadunidenses en Afganistán, general Kenneth McKenzie.
Desde principios de mayo, la violencia se ha recrudecido en varias provincias afganas después de que los insurgentes lanzaron una gran ofensiva días después de que las fuerzas extranjeras lideradas por Estados Unidos emprendieron la retirada definitiva del país.
La ofensiva llevó a los talibanes a capturar decenas de distritos y pasos fronterizos, y a rodear varias capitales provinciales, lo que alimentó el fantasma de que los insurgentes recuperen el poder en Kabul.
“El gobierno de Afganistán se enfrenta a una enorme prueba. Los talibanes están intentando crear la sensación de que su campaña militar es inevitable”, sostuvo el general. A su juicio, eso no es así y la solución política sigue siendo una alternativa. McKenzie, quien lidera el Comando Central estadunidense, no quiso responder si las fuerzas de su país seguirían con estos ataques una vez que se acabe su misión militar, el 31 de agosto.
Las declaraciones de McKenzie, quien supervisa las actividades militares estadunidenses desde el 12 de julio, se producen el mismo día en que las autoridades afganas informaron que 22 mil familias huyeron de la sureña Kandahar a causa de los combates.
“Todos se han trasladado de los distritos volátiles de la ciudad a zonas más seguras”, declaró Dost Mohammad Daryab, jefe del departamento provincial de refugiados, a la agencia de noticias Afp.
Los combates continuaban ayer en las afueras de Kandahar, la segunda ciudad más grande del país, de 650 mil habitantes.
“La negligencia de algunas fuerzas de seguridad, especialmente de la policía, ha dado paso a que los talibanes se acerquen tanto”, señaló Lalai Dastageeri, vicegobernador de Kandahar. “Ahora estamos tratando de organizar nuestras fuerzas de seguridad”, explicó.
Las autoridades locales habían habilitado cuatro campamentos para los desplazados, que según cálculos son poco más de 150 mil.
Hafiz Mohammad Akbar, residente de Kandahar, denunció que su casa fue tomada por los talibanes después de que huyó. “Nos obligaron a irnos y ahora vivo con mi familia de 20 miembros en un lugar sin baño”, lamentó.
Kandahar fue epicentro del régimen de los talibanes cuando gobernaron Afganistán entre 1996 y 2001.
Expulsados del poder por una invasión que dirigió Estados Unidos en 2001, tras los atentados del 11-S, los talibanes lideran desde entonces un movimiento insurgente.
Su última ofensiva, lanzada a principios de mayo, permitió al grupo tomar el control de la mitad de los cerca de 400 distritos del país.
Human Rights Watch habló de atrocidades cometidas por los talibanes contra la población civil en las zonas bajo su control, entre ellas la ciudad de Spin Boldak, cerca de la frontera con Pakistán, que capturaron a principios de este mes.
Por otra parte, las autoridades anunciaron que cuatro personas, presentadas como talibanes y presuntamente implicadas en el ataque con cohetes contra el palacio presidencial en el primer día del Aíd Ada, fueron detenidas.
El ataque fue reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico.