La muerte de Nellie Campobello (1900-1986) está tan nimbada de oscuridades y encubrimientos como su nacimiento, destacó la investigadora Edith Negrín respecto de los últimos años de la vida de esa legendaria escritora y bailarina duranguense.
“Nellie, la mujer del norte, fuerte, independiente y libre, fue secuestrada por una antigua alumna y su marido a quienes ella proporcionó alojamiento, primero, en un cuarto de la Escuela Nacional de Danza, y luego se fueron apoderando de su casa”, rememoró.
“Hacia 1985 fue por completo privada de su libertad y la obligaron a pasar sus últimos días en total abandono, sola, enferma y alcoholizada. No sólo abusaron de ella, sino que la despojaron de todas sus obras de arte y sus posesiones; tenía cuadros de Diego Rivera, José Clemente Orozco, así como telones.”
La especialista en historia de la literatura mexicana impartió este viernes la conferencia virtual Nellie Campobello: la memoria fragmentada, lo individual y lo colectivo, organizada por el Museo de la Mujer de México en el contexto de la conmemoración del 35 aniversario luctuoso de aquella artista, cumplido el 9 de julio.
Tras una pormenorizada reseña de la vida y la obra de la autora, Edith Negrín recordó que tras la desaparición de la escritora y bailarina un grupo de artistas constituyó un comité para encontrarla y pidió ayuda a diversas instancias como la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Fue, mencionó, un largo proceso que culminó con el hallazgo en el pueblo Progreso de Obregón, Hidalgo, de una modesta tumba en un pequeño cementerio.
“Por las circunstancias anormales de su deceso, porque permaneció oculto muchos años, Elena Poniatowska se refiere a Nellie como ‘la que no tuvo muerte’”, señaló la investigadora, quien disintió de una de las crónicas de la época sobre ese trágico hecho en la que se afirmaba que aquella mujer había sido derrotada por su sociedad.
“En mi opinión, nunca ha sido derrotada, nunca en el terreno de la literatura. Por el contrario, su espacio ha sido creciente. Cada vez hay más interés en sus textos”, afirmó.
Negrín sostuvo que la información sobre la vida de Campobello “es muy confusa”. No sólo porque se desconoce la verdadera causa que la llevó a cambiar su nombre real, María Francisca Moya Luna, sino, incluso, sobre la fecha de su nacimiento, pues mientras ella aseguraba haber nacido en 1909, un investigador encontró que fue en 1900.
Lo mismo ocurre con la identidad de su padre, pues ella aseguraba que fue un soldado villista de nombre Felipe de Jesús Moya, que murió en batalla, lo que se contrapone con lo asentado en su acta de nacimiento, donde aparece como hija natural de Rafaela Luna Miranda.
“Como vemos, la vida de Nellie siempre estuvo rodeada de enigmas, de ocultamientos, de zonas oscuras, de conjeturas. Había versiones de que era hija del mismo Francisco Villa”, personaje, dicho sea de paso, al que ella admiró desde niña, que fue siempre su inspiración emocional e intelectual y sobre quien publicó en 1940 Apuntes sobre la vida militar de Pancho Villa.
Entre otros aspectos, la investigadora abordó la faceta literaria de Nellie Campobello, de la cual destacó como sus mejores obras Cartucho: relatos de la lucha en el norte de México y Las manos de mamá, que escribió en el pináculo de su carrera de bailarina, que tuvieron muy mala respuesta entre los escritores especializados, debido a que la autora, explicó, estaba alejada del campo cultural de su época.