La vida no es eterna y en una época impactada por la pandemia, Caifanes ofreció un respiro musical a quienes asistieron al Autódromo Hermanos Rodríguez.
La banda de rock, encabezada por Saúl Hernández, entusiasmó y brindó una especie de aliento al público, que acudió la noche del viernes a la curva 4, con nuevos arreglos y ejecuciones de temas emblemáticos, como sucedió con La negra Tomasa, con la cual cerraron una festiva velada, que para sus aliados, apenas comenzaba.
Desde los palcos privados al aire libre, donde se mantienen estrictos protocolos sanitarios, los espectadores observaron, cantaron y bailaron con los rítmicos acordes en teclados y sax de Diego Herrera; Alfonso André en su mítica batería y coros; Marco Rentería en el bajo –en sustitución de Sabo Romo– y, Rodrigo Baills, luciéndose con la guitarra.
Caifanes apareció sobre el escenario con Hasta que dejes de respirar. Los sonidos, uno tras otro, de la guitarra, la batería y los teclados captaron la atención del público –que observaba, bebía o charlaba despreocupado en sus palcos– respirando, por cierto, de una cotidianidad limitada por el Covid-19.
El coro, ese multitudinario alud de voces, que hace vibrar y da vida a los conciertos, se sumó a la agrupación, con las rolas Viento, La célula que explota, Afuera o Mátenme porque me muero. Antes, Hernández había interpretado Amanece, Miedo, De noche todos los gatos son pardos, Ayer me dijo un ave, incluidos temas de Jaguares como Dime Jaguar, Nunca te doblarás y Fin; en tanto, Diego Herrera, deleitó con los teclados y su sax cimbró a los asistentes, quienes también admiraron el oficio de André, quien –aseguraron– “se rifa” con la bataca.
El cantante expresó: “Unidad es lo que necesitamos en este país; no vamos a entrar en una división social y estúpida con situaciones que nos están mandando de diferentes partes. Somos uno, somos una nación, somos México, país que necesita estar unido para ser mucho más cabrón de lo que es. Por eso para estar unidos Nunca te doblarás”.
Pero las rolas que extrañaron los presentes y pedían a gritos, los cuales no llegaron a oídos del líder y vocalista, fueron Los dioses ocultos, Perdí mi ojo de venado o Hasta morir.
La noche del sábado, Caifanes ofreció una segunda presentación en el inmueble de Iztacalco, a la cual seguirá una gira por Estados Unidos, que iniciarán la siguiente semana, donde llevarán la “música y magia”, que han caracterizado a la banda en más de tres décadas.