A unas horas de que la Ciudad de México entre al color naranja del semáforo sanitario por el aumento de enfermos de Covid-19, las zonas restauranteras de la capital registran aglomeraciones. Los establecimientos que extendieron sus locales ocupan las banquetas y el arroyo vehicular para triplicar los metros cuadrados del negocio, sin respetar el paso peatonal.
En Polanco, Centro Histórico, centro de Coyoacán y la Roma, hay puntos donde el ciudadano ya no puede transitar por la banqueta y usa la carpeta asfáltica.
Al transitar por las calles de Polanco: Emilio Castelar, Julio Verne, Oscar Wilde, Virgilio, Anatole France y Alejandro Dumas, los peatones repentinamente ingresan a la zona de los comensales, porque los enseres colocados para delimitar los negocios en la vía pública no son suficientes, comentó Jorge, asiduo a la zona conocida como Polanquito.
Carpas, macetones, tarimas y estructuras tubulares, entre otros objetos, son los nuevos límites de comercios, además de mobiliario y decoración de los exclusivos restaurantes de la zona: lámparas, sombrillas, jarrones, alfombras y calentadores que fueron autorizados a colocarse en el espacio peatonal “ante la pandemia”, comentaron los meseros; sin embargo, las banquetas están saturadas.
La circulación vehicular en vialidades como Julio Verne se entorpece, pero en otras como Virgilio es imposible transitar por el cierre debido a la extensión del área de atención comercial. La situación la aprovechan los acomodadores de autos que cobran de 100 a 150 pesos por estacionar un automóvil, pese al sistema de parquímetros que opera en la zona.
Vecinos de Polanco, molestos por el abuso de los empresarios, señalaron que locales como la churrería El Moro, que no tenía espacio para dar servicio en mesas y su venta era para llevar, ahora cuenta con gran parte de la calle, al igual que la cafetería Maison Kayser.
La situación es similar en los comercios establecidos de la Roma, a partir de la glorieta de Cibeles, y en calles del centro de Coyoacán: en Londres, no sólo redujeron los carriles vehiculares pese a la gran circulación, pues la cafetería La Panera tomó la banqueta, al igual que una pizzería de la zona.
Sin sana distancia
En el Centro de Coyoacán, principalmente en Caballo Calco donde cada vez es más difícil transitar porque por la pandemia se permitió que los locales se ampliaran al exterior, ya no hay sana distancia que evite posibles contagios, pues la venta opera sin restricción de aforo, comentaron los encargados.
En el Centro Histórico, el anuncio del regreso al color naranja del semáforo epidemiológico no impidió que este sábado luciera atiborrado de paseantes, particularmente en el corredor Madero, Avenida Juárez y la Plaza de la Constitución.
Algunos de los capitalinos coincidieron en que sienten “algo de miedo” al contagio, pero aseguraron que se desplazaron al primer cuadro “por necesidad” y para “realizar compras inaplazables”.
La sana distancia desaparece en algunos puntos de la Alameda Central, junto al monumento a Beethoven, donde se aglomeraron decenas de personas para presenciar un espectáculo de payasos callejeros. Otros visitantes consideran que caminar por espacios abiertos no representa riesgo de contagios; sin embargo, admitieron tener responsabilidad en el repunte de infecciones. También hay quienes llegaron de Ecatepec, como Jesús Valencia, de 32 años, en busca de trabajo “de lo que sea”, quien decidió sentarse en una banca de la Alameda a esperar a quien requiera un milusos.