Ciudad de México. La mañana de este sábado murió a los 87 años el artista coahuilense Gerardo Cantú, pionero del grabado en México, uno de los exponentes del nuevo humanismo en el arte y, quien avecindado en Nuevo León, se convirtió en una de las figuras esenciales de la cultura de aquella entidad.
La noticia del deceso fue dada a conocer por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) en un comunicado, sin precisar las causas, aunque algunos medios señalan a la pandemia de Covid-19.
Nacido el 12 de mayo de 1934, en Nueva Rosita, Coahuila, Gerardo Cantú cultivó el dibujo, la litografía, la pintura y el grabado. El muralismo fue otro de los ejes sustantivos de su quehacer, vertiente en la cual incursionó a los 15 años, cuando se le encomendaron sus primeros trabajos para La Capilla de la Secundaria número 1 de Nuevo León.
A lo largo de su vida, desarrolló un importante número de murales, localizados principalmente en Nuevo León, como en el Paseo de Santa Lucía, en Monterrey, y la Pinacoteca de la entidad. El propio artista solía decir que cuando se hizo pintor, “siempre pensé en ser muralista, de alguna manera siguiendo a mis maestros, especialmente a Diego Rivera”.
Gerardo Cantú estudió en el taller de Artes Plásticas de la Universidad de Nuevo León y posteriormente en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, así como en Praga y París.
Su obra comprendía desde tópicos muy habituales en la pintura, como el retrato o el bodegón, hasta relatos sociales, políticos o eróticos, dotados de una notable complejidad compositiva e imaginativa.
Se le considera uno de los más importantes exponentes del nuevo humanismo en el arte, que desde mediados del siglo XX se perfiló como una continuación heterodoxa de la Escuela Mexicana de Pintura, comprometida con la representación de la figura humana.
A lo largo de su carrera, presentó más de 300 exposiciones, entre ellas tres individuales en el Palacio Nacional de Bellas Artes, así como en la República Checa, Francia, Cuba, Argentina, Paraguay, Brasil, España e India.
Su labor en la gestoría cultural contempló la dirección de Artes Plásticas del Instituto de Cultura en Nuevo León, además de la del Taller de Experimentación Plástica, e impartió clases a finales de la década de los 70 del siglo pasado en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.
Entre sus reconocimientos, destacan el Premio de Pintura del Salón de la Plástica Mexicana en 1964, 1969 y 1970, así como el Premio a las Artes de la Universidad Autónoma de Nuevo León en 2011.