Puerto Príncipe. Disturbios y protestas ensombrecieron el jueves la vigilia del asesinado presidente Jovenel Moïse, horas antes de la celebración de los funerales nacionales en Cabo Haitiano, la ciudad más importante del norte del país.
"Queremos justicia, nadie puede venir y matar a un presidente, queremos saber quiénes fueron los que ordenaron y no son los que están presos", gritaba una de las manifestantes en las calles de Cabo Haitiano poco después de una ceremonia vudú, la práctica mágico-religiosa traída de África más extendida en el país.
En varias arterias de la ciudad colonial, neumáticos en llamas impedían el paso de los vehículos, mientras cientos de personas que portaban camisetas con las fotos del exgobernante, prometían suspender los funerales hasta que concluyeran las investigaciones.
Medios locales reportaron que activistas atacaron la comitiva oficial del recién instalado primer ministro Ariel Henry, mientras se escucharon tiros en el centro de la ciudad.
Simpatizantes también agredieron con piedras procesiones de funcionarios estatales y diplomáticos muy cerca del bulevar de la ciudad, e intentaron atacar un hotel que presuntamente alojaba a representantes extranjeros.
El alcalde Yvrose Pierre suspendió la vigilia oficial en el Ayuntamiento, ante el temor de la agudización de las protestas, aunque otras ceremonias tuvieron lugar especialmente en casas de familia.
Los funerales están programados para el viernes en la residencia privada de la familia de Moïse, y el expresidente será enterrado junto a su padre, fallecido en octubre pasado.
Moïse murió en la madrugada del 7 de julio en la residencia presidencial de Puerto Príncipe, en un ataque presuntamente realizado por un comando armado integrado por 28 personas.
La Policía apresó a 18 colombianos y cinco estadunidenses de origen haitiano, además de dos policías sospechosos de participar en el magnicidio.