Habitantes de los barrios San Miguel y San Mateo en Tláhuac intentan –con mobiliario pesado y apuntalamientos improvisados, incluso con refuerzos hechos de cemento– sostener los muros y techos de sus viviendas, para evitar que se vengan abajo.
Los daños son resultado de un sue-lo inestable con hundimientos hasta de 20 centímetros que han provocado grietas y daño estructural.
Narraron que algunas viviendas han sido valoradas como de alto y medio riesgo por personal de Protección Civil; sin embargo, en éstas tienen que habitar, porque es su único hogar, señaló Paula González, quien reside en la avenida 20 de Noviembre número 845, del barrio San Mateo. Su vivienda está inclinada, debido al peso de las viviendas que se construyeron a los lados, comentó.
Casas debieron ser de un nivel, pero las hay hasta de 3
En la zona, según los moradores, sólo se podían construir viviendas de un solo nivel, porque es suelo “fangoso”, debido a la cercanía con el lago, pero las casas que rodean los cuartos de la mujer de 75 años, se levantaron hasta tres niveles.
“Por si lo anterior no bastara, el transitar de los camiones pesados hicieron que los cuartos donde habitaban mi hija y nietos se cuartearan y estén a punto de caer” , comentó doña Paula.
Para evitar que se colapse la pared colocaron el ropero y, como no es garantía, su hija y dos nietos cambiaron su dormitorio, que ahora utilizan como cocina, para estar más alerta en caso de un derrumbe, señalaron las mujeres. No obstante, cada vivienda en los barrios tiene una historia de grietas, descuadres o derrumbes.
La comunicación que mantienen los vecinos los ayuda a organizarse para evitar alguna tragedia, porque pese a estar a pocos metros de la alcaldía de Tláhuac, no confían en la autoridad, la cual, aseguran, los ha desatendido.
La vivienda marcada con el número 29, localizada en la esquina de la calle de Hidalgo y la avenida 20 de Noviembre, en los límites de los barrios, ya no fue valorada, a pesar de que está apunto de caer, porque los estudios de Protección Civil sólo llegaron a San Mateo.
La distancia es el arroyo vehicular, por ello don Juan Mejía realizó él mismo el apuntalamiento de la vivienda, que lleva varios años.
Pese a los visibles daños no fue valorada en el sismo de 2017 y en consecuencia no ingresó a los programas de apoyo.
En San Mateo, “ni los afectados del temblor que perdimos la vivienda hemos sido atendidos”, lamentó Maricruz Galicia, que espera la reconstrucción de su vivienda de apenas dos cuartos, que se cayó por el temblor de septiembre de 2017.