Resulta una coincidencia que tres de los primeros títulos presentados en este Foro Internacional de la Cineteca estén relacionados con el tema de relaciones filiales complejas en torno a alguna enfermedad grave.
En el documental Adiós a la memoria, del argentino Nicolás Prividela, se trata de la confrontación del cineasta con sus propios recuerdos de infancia y con el desvanecimiento progresivo de la memoria en su padre aquejado por el Alzheimer; en la ficción danesa Tío, de Frelle Petersen, la sobrina del protagonista convaleciente por un derrame cerebral, se ocupa obsesivamente de su cuidado sin importarle su propio desgaste emocional ni sus problemas de comunicación con el resto de su entorno afectivo.
En esa misma narrativa, llega Luna, 66 preguntas (2021), primer largometraje de la griega Jacqueline Lentzou, sobrecargando de enigmas y claves simbólicas la relación de la joven Artemis (notable Sofía Kokkali) con su padre, Paris (Lazaros Georgakopoulos), diagnosticado con un padecimiento, con síntomas de esclerosis múltiple, que le impide mantenerse en pie. Su estado de postración es casi total y su dependencia física con esa hija, con quien ha mantenido una comunicación precaria, es ahora virtualmente absoluta.
En las tres cintas aludidas el deterioro físico del padre se ve precedido de una incapacidad compartida para mantener los vínculos afectivos familiares.
El título de esta coproducción grecofrancesa alude a la afición de la protagonista por observar las diversas fases de la luna, a lo que la directora y guionista añade su gusto por el tarot, lo que le lleva a dividir la película en cuatro partes, con símbolos de cartomancia, que revelan las etapas en el proceso de revelación por el que la hija comprende el pasado de su padre y su conducta actual.
Se ha querido atribuir carga mitológica a los nombres de los protagonistas (Artemis y Paris), algo que la cineasta ha desmentido: “Las películas son como sueños, no los que tenemos ahora, sino los que hemos tenido. Son sueños oscuros, memorables, tiernos, íntimos, sorprendentes, abiertos a todas las posibilidades absurdas”, se limitó a responder.
Nunca se conocerá así la naturaleza exacta de la falta cometida en el pasado por un padre aquejado hoy por la salud destrozada y por la culpa. Tampoco su identidad sexual ni las causas de su separación con su esposa o del distanciamiento afectivo con su hija.
Queda sólo un modelo para armar hecho de películas caseras, fotografías familiares recuperadas y flash-backs oníricos a un pasado engañosamente idílico dentro de un ciclo de sanación vagamente esotérico. Paris, en una silla de ruedas, lucha por recobrar el habla y la empatía afectiva. Su secreta batalla pírrica a lado de Artemis, la cómplice filial, de pronto adquiere inesperados tintes de heroismo.
Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional. 12:30 y 17:30 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1