El programa DACA continúa en la mira de los conservadores en su afán de destruirlo. Esta vez fue un juez federal del estado de Texas quien decretó que el presidente Barack Obama “excedió su capacidad legal” al autorizar la permanencia en Estados Unidos a cientos de miles de los jóvenes adultos que llegaron a esa nación siendo aún niños, mediante la orden ejecutiva conocida como DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia).
La forma en que el juez revocó la orden de Obama fue ambigua, ya que al mismo tiempo que ordena a las autoridades migratorias no deportar a quienes se acogieron al programa, desautorizó a continuar admitiendo solicitudes de los jóvenes que aún no se habían registrado. El problema es que, una vez que se registran, las autoridades saben quiénes son, qué hacen y dónde viven, por lo que sería fácil localizarlos y estarán en inminente peligro de ser deportados, en el caso de que el programa que nació por una orden ejecutiva de Obama fuera rechazado.
Aún quedan pendientes varias etapas en las que el programa será definitivamente aprobado o rechazado. La primera de ellas será la apelación por parte de la administración del presidente Biden a la decisión del juez texano. En este escenario, lo más probable es que la Corte Suprema tenga la última palabra, y es previsible cuál será su decisión, tomando en cuenta que la integran seis jueces conservadores y sólo tres liberales. Su conclusión sería la misma de este y otros jueces en el sentido que Obama excedió sus facultades por lo que casi un millón de jóvenes adultos que ya forman parte de los ámbitos social, económico y cultural de Estados Unidos pudieran ser deportados.
Dicho escenario sería diferente si el Congreso de esa nación aprobara la reforma migratoria que ha permanecido en el limbo por más de una década. Dependiendo de las particularidades de la ley, y de que sea avalada por la mayoría en el legislativo, la situación de los dreamers, como se conoce a los jóvenes que sueñan en convertirse en ciudadanos estadunidenses, por fin se resolvería.
Con la división que actualmente existe en el legislativo, es difícil prever, no la posibilidad de aprobar una reforma migratoria, sino la de avalar otras reformas de gran alcance contenidas en la agenda del presidente. No es equivocado pensar que para los jóvenes, y los ya no tan jóvenes dreamers, el sueño pudiera estar lejos.