La Máquina cerró una temporada de ensueño. No sólo conjuró el pesado fantasma del fracaso, con el título de liga, sino que refrendó que quiere inaugurar una nueva era: ahora es campeón de campeones, tras vencer 2-1 al León en el Dignity Health Sports Park de Los Ángeles.
Campeón de Campeones, un título con aroma a tradición. Originalmente el monarca de liga contra el de copa; en la era de los torneos cortos el triunfador del verano ante el del invierno. Un trofeo con valor sentimental para encumbrar una temporada.
En estas condiciones, nada podía culminar mejor una temporada de ensueño para Cruz Azul. El eterno subcampeón que por fin ganó la liga después de 24 años, tras varias finales perdidas, sufrir cada torneo del hostigamiento de una afición futbolera maliciosa y dar origen a un neologismo ofensivo: cruzazulear. Esa Máquina es monarca y podía llegar al clímax como campeón de campeones.
León, sin embargo, también buscó hacer gesta. Aunque sufrió unos minutos la presión celeste, también mandó algunos dardos envenenados al arco de Corona. Aun así, en un tejido ofensivo del talentoso Jonathan Cabecita Rodríguez llegó hasta Yoshimar Yotún, quien mandó un disparo que arañó un poste.
Y si el primer tiempo fue un obsequio de emociones, la segunda parte no quedó a deber con especulaciones o tanteos innecesarios. Y quién más, si no Cabecita Rodríguez, fue el personaje del partido y el encargado de abrir el marcador al minuto 60. Una escapada, Nacho Rodríguez entregando un centro velocísimo y puntual para que el atacante celeste hiciera lo que mejor sabe: mandarla al fondo.
No sólo era la oportunidad de coronar la temporada de La Máquina. También la de un delantero clave como el Cabecita y a tres minutos de abrir el marcador anotó el doblete al capitalizar un pase de Santiago Giménez, el joven jugador que destacó en la liguilla cementera.
Para dejar constancia de que no fue un duelo tibio, el fragor del juego le costó la expulsión a Yotún tras dos tarjetas amarillas.
Tardó el conjunto Esmeralda, pero respondió como un campeón. Cerca del final, Santiago Omeño prendió una volea para acortar la desventaja. Los últimos minutos fueron de asedio incansable en el área cementera, con un susto tras otro contra Chuy Corona.