El “sabio” Guillermo Bonfil Batalla fue un hombre lúcido y adelantado a su época, “uno de los mejores aliados del movimiento indígena en América Latina”; ese ser humano increíble está en nuestro recuerdo, expresa el dirigente mapuche Nilo Cayuqueo.
El activista indígena nacido en Argentina menciona en entrevista con La Jornada que Bonfil Batalla era “un visionario de las políticas sociales y de la antropología, no solamente de estudio, sino vista como militancia. Era un ser humano increíble”.
Cayuqueo salió de Argentina en 1979 debido al golpe militar. Vivió en Perú, Bolivia, Francia y Estados Unidos, donde continuó trabajando por los pueblos indígenas. En esa lid conoció la obra y personalmente a Guillermo Bonfil.
Sostiene que el investigador y funcionario mexicano creía tempranamente en la necesidad de “construir un país plurinacional, donde todas las naciones indígenas puedan convivir con la sociedad no indígena con respeto”.
Recuerda que entró en contacto con los escritos de Guillermo Bonfil en 1977, en la primera conferencia sobre pueblos indígenas de la Organización de Naciones Unidas, cuando alguien llevó el libro México profundo: una civilización negada, del académico.
Cayuqueo afirma: “Quienes conocían a Bonfil quedaban impresionados. Iba algunos pasos adelante respecto de la antropología clásica, marxista medio ortodoxa y paternalista que conocíamos”, por eso tuvo problemas con exponentes de esa corriente.
“Decía que los indígenas tienen derecho a decidir su destino, a la autonomía, a que les devuelvan la tierra y no tienen que recibir paternalismo. Nadie hablaba de eso en esa época.”
En 1971 impulsó la primera reunión de la isla de Barbados junto con otros antropólogos como Stefano Varese, Miguel Alberto Bartolomé, Nelly Arvelo de Jiménez, Darcy Ribeiro y Georg Grümberg. “Esa declaración fue histórica; ahí dijeron: ‘basta de paternalismo con los indios’”.
Más adelante, invitaron a Guillermo Bonfil a una reunión de unos 400 grupos indígenas de Sudamérica. “La mayoría de las organizaciones principales, y queríamos contar con Bonfil, porque era uno de los lúcidos, de nuestros mejores aliados”.
Ese año también se encontraron en el cuarto Tribunal Russell en Róterdam, que en esa ocasión juzgaba los crímenes contra los pueblos indígenas, de cuyo colegiado, Bonfil Batalla fue vicepresidente.