El canciller Marcelo Ebrard ratificó ayer que México se opone al bloqueo impuesto por Estados Unidos contra Cuba y señaló el grave sufrimiento que esa medida causa a la población de la isla en la coyuntura de emergencia sanitaria. Como señaló el encargado de la política exterior mexicana, y La Jornada ha informado puntualmente, el embargo ilegal de Washington impide a las autoridades cubanas acceder a insumos tan básicos como jeringas para inocular a su población y medicamentos para el tratamiento de todo tipo de enfermedades.
La mezquindad del gobierno estadunidense, que no duda en condenar a inhumanas privaciones a un pueblo entero para conseguir sus objetivos geopolíticos, contrasta con la solidaridad y la generosidad del pueblo cubano, gracias a cuya asistencia México logró sortear la fase más álgida de la pandemia de Covid-19 el año pasado. En reconocimiento a la inestimable ayuda prestada a nuestro país, Ebrard agradeció a los médicos y enfermeras que acudieron cuando la propagación del coronavirus amenazaba con desbordar las capacidades hospitalarias, 92 de los cuales regresaron ayer a la isla.
Mientras el gobierno mexicano expresaba su preocupación por las condiciones humanitarias que padece el pueblo cubano a resultas del prolongado embargo económico, el presidente Joe Biden insistía en su retórica injerencista refiriéndose a Cuba como un “Estado fallido”. La respuesta de su homólogo cubano, Miguel Díaz-Canel, fue contundente al recordarle que “un Estado fallido es aquel que, para complacer a una minoría reaccionaria y chantajista, es capaz de multiplicar el daño a 11 millones de seres humanos, ignorando la voluntad de la mayoría de los cubanos, estadunidenses y la comunidad internacional”. Tiene razón el sucesor de Raúl Castro: la permanente agresión contra la isla, diseñada para complacer los reclamos de la mafia cubanoestadunidense, no sólo es rechazada por una abrumadora mayoría de los miembros de Naciones Unidas, sino también por más de la mitad de los ciudadanos “americanos”.
Queda claro que la postura fijada por las autoridades mexicanas honra una tradición diplomática nacional que naufragó a manos de los últimos gobernantes del ciclo neoliberal, quienes traicionaron los principios del país tanto para congraciarse ante la Casa Blanca como por apego a sus propias filias y fobias ideológicas. Además, el posicionamiento ante el bloqueo contra Cuba y otras naciones responde a los principios de igualdad soberana y libre autodeterminación de los pueblos, consagrados en la Carta de Naciones Unidas, y es por ello digna de ser saludada y respaldada como ejemplo en medio de la andanada de Washington contra la isla.