Los Ángeles. El brutal comienzo de la temporada de incendios forestales en el oeste de Estados Unidos y Canadá empeoró ayer cuando un foco masivo en Oregon estalló en condiciones secas y ventosas, y un nuevo siniestro en California dejó bajo amenaza a las comunidades devastadas por el intenso Camp Fire de 2018.
Los funcionarios estadunidenses que combaten incendios forestales ubicaron el nivel de preparación interinstitucional en el rango más alto, el primer movimiento de este tipo en una década, en momentos en que la región se tambalea por los efectos de olas de calor consecutivas que, según los expertos, han empeorado con el calentamiento global.
“Este incendio va a seguir creciendo, la vegetación y el clima extremadamente secos no están a nuestro favor”, subrayó en un comunicado Joe Hessel, quien lidera un equipo que combate el incendio de casi 92 mil hectáreas en el estado de Oregon.
Ardiendo a través del equivalente a 130 mil campos de futbol, el Boo-tleg Fire a más de 400 kilómetros al sur de la ciudad de Portland, es el incendio activo más grande en Estados Unidos, y arroja un denso humo visible desde el espacio, que cubre partes de los vecinos Washington e Idaho.
Las brigadas de bomberos fueron enviadas desde lugares tan lejanos como San Francisco para hacer frente al enorme incendio, que muestra un crecimiento “extremo” a través de la maleza afectada por la sequía y debido a las condiciones cálidas, secas y ventosas.
Comenzó hace más de una semana y hasta ahora sólo está contenido en 7 por ciento, según las autoridades, después de haber destruido 21 casas y puesto en riesgo unas 2 mil.
El siniestro es apenas uno de los alrededor de 70 grandes incendios que devoran unas 405 mil hectáreas solamente en Estados Unidos.
En Canadá, se han emitido alertas de calidad del aire en varias partes de Columbia Británica debido al humo.
Hasta ayer, esa provincia tenía 309 incendios, 23 de los cuales comenzaron en los últimos dos días.
Los científicos aseguran que las olas de calor que llegaron al oeste de Estados Unidos y Canadá a finales de junio hubieran sido “virtualmente imposibles” sin el cambio climático causado por los humanos.