Más de 20 personas muertas y otras 20 desaparecidas han dejado las inundaciones en diversas regiones de Bélgica, informó este viernes la ministra belga de Interior, Annelies Verlinden.
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Por su parte, el primer ministro belga Alexander de Croo calificó al hech como una catástrofe “sin precedentes en nuestro país”. El gobierno decretó el 20 de julio una jornada de duelo nacional en homenaje a las víctimas.
Inicia el proceso de recuperación
“En menos de diez minutos, el nivel del agua subió casi un metro”, dice Isabelle Bervoets al inspeccionar los destrozos en su restaurante en Grez-Doiceau, ubicado en la provincia del Brabante Valón.
Un día después de la repentina inundación que hizo desbordar las orillas del rio Tren, el agua ha comenzado a retroceder. En el restaurante de Bervoets ahora comienza la tarea de limpieza. El suelo está cubierto de lodo, los taburetes se han volcado por todas partes y el olor a aguas residuales es muy fuerte.
El Brabante Valón está acostumbrado a inundaciones. “Pero desde 2005 no habíamos visto nada como esto, y sobre todo no imaginábamos que iba a ser de tanta fuerza”, apunta Bervoets.
Tras varios días de lluvias torrenciales, pequeñas ciudades devastadas ubicadas al sur y el este de Bélgica iniciaron el proceso de recuperación. Para ayudar a las víctimas, los bomberos y soldados del ejército están desplegados todas esas zonas este viernes asistidos por rescatistas de Francia, Italia y Austria.
En la comuna de Pepinster, que el viernes esperaba una visita del rey Felipe, concentra por sí sola la mitad de las víctimas, según el alcalde, Philippe Godin. El pueblo está situado en un valle donde confluyen varios ríos, y por ello las inundaciones provocaron el derrumbe de una veintena de casas. Este viernes la región no tenía agua potable ni electricidad ni telefonía móvil.