Es una de las pocas veces en que se reúnen obras de un famoso grupo de fotógrafos: Richard Avedon, Lillian Bassman, Lester Beall, Margaret Bourke-White, Louis Faurer, Robert Frank, William Klein, Lisette Model, Gordon Parks, Irving Penn, Cipe Pineles y Paul Rand. Lo hace el Museo Judío de Nueva York con Modern Look: Photography and the American Magazine.
A la consagración de todos ellos contribuyeron, entre 1930 y 1950, cuatro revistas de Estados Unidos: Life, Look, Harper’s Bazaar y Vogue. En ellas, la fotografía y el diseño gráfico convergieron para transformar la cultura visual de dicho país, la cual traspasó sus fronteras.
En ese proceso fueron básicas las nuevas técnicas de fotografía y diseño que llevaron artistas europeos obligados a emigrar por el nazismo. También los de la Bauhaus, escuela de arquitectura, diseño, artesanía y arte fundada en 1919 por Walter Gropius.
Al surgir el fotoperiodismo, aumentó el poder de la imagen. Quienes dirigían Life y Look entendieron que un nuevo y poderoso lenguaje superaba a la palabra escrita como medio para despertar la imaginación. La relación entre fotografía y texto adquirió así más relevancia. El grupo de fotógrafos cuya obra se muestra en esa exposición produjeron imágenes que cambiaron la relación de los medios masivos con la fotografía.
También lo hicieron en las dos principales revistas de moda: Harper’s Bazaar y Vogue, que combinaron la innovación con el pragmatismo gracias a los maestros Irving Penn y Richard Avedon. Éstos fundieron el arte y la moda, la celebridad y la elegancia, y trasladaron el retrato del estudio a la objetividad de la calle.
A pesar del ambiente sombrío por el crack de 1929 y la Segunda Guerra Mundial, fue muy positivo el papel de las revistas en Nueva York. La cultura del diseño gráfico que introdujeron produjo una diversidad de fotografías que absorbieron elementos cinematográficos, las artes plásticas y la literatura.
Fue clara la rivalidad entre Harper’s y Vogue, pero supieron satisfacer las exigencias de un público ávido de cambio. Junto con Life y Look se volvieron un medio cultural para examinar las realidades de las clases sociales, la identidad y estatus de lectores y críticos. Retaron a los espectadores a reconsiderar su relación con el mundo y su lugar en él. Por todo eso, se afirma que una buena fotografía dice más que mil palabras.