Solistas Ensamble ofrecerá este viernes, en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, a las 20 horas, el concierto Canciones isabelinas y sus ecos en el siglo XX, conformado por piezas inspiradas en la literatura y poesía inglesas del periodo isabelino (1558-1603).
La presentación se repetirá el domingo a las 13:30 horas en el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes, con un programa integrado por el ciclo de canciones para voz, piano y cuarteto de cuerdas On Wenlock Edge, del inglés Ralph Vaughan Williams (1872-1958); Elizabethan songs, de Peter Warlock (1894-1930), así como Melancholie op. 13, para voz y cuarteto de cuerdas, y Old Irish Air, del alemán Paul Hindemith (1895-1963).
Para Christian Gohmer, director de Solistas Ensamble, se trata de un concierto interesante y atractivo que tiene como eje las canciones isabelinas transcritas la centuria pasada por el inglés Peter Warlock a raíz de una investigación que emprendió de aquel periodo, la cual condensó en tres libros, con un total de 30 piezas.
“Lo más importante de esas obras es que son los primeros documentos encontrados en la música inglesa que tienen muy bien distinguida la línea melódica de la voz y el acompañamiento de las violas, como se denominaba en ese entonces a los instrumentos de cuerda frotada”, explica el músico en entrevista.
“Antes se escribía y no se sabía bien con qué instrumento o voz se iba a tocar cada línea melódica. Aquí sí hay una diferenciación clara entre la línea principal, que es donde está puesta la poesía, y el acompañamiento de las violas.”
Explica que la obra isabelina tiene una resonancia determinante para toda la música inglesa, al sentar las bases que se desarrollarían posteriormente en ese país, primero en el barroco, a través de compositores como Henry Purcell y Händel, hasta llegar al siglo XX, con Benjamin Britten como el último eslabón de esa cadena que viene desde el Renacimiento.
Uno de los principales rasgos de las canciones isabelinas, según Christian Gohmer, es que los compositores de esa época desarrollaron un lenguaje muy particular sobre la retórica musical.
“Esto es muy antiguo, pero ellos inventaron su código para que ciertos intervalos significaran ciertas cosas. Por ejemplo, un intervalo de cuarta descendente significaba lágrimas o llanto; otros, la muerte o el amor. Entonces, el estilo isabelino es muy unificado, porque todos esos compositores utilizan el mismo código; eso es algo que se heredó en muchas escuelas composicionales a lo largo de la historia.”
Otro aspecto distintivo de ese repertorio, destaca, es la importancia que tiene el texto poético, además de que son de las primeras obras que alcanzan gran relevancia sin ser de naturaleza sacra.