El Centro Católico Multimedial (CCM) lamentó que los ministros católicos sigan siendo víctimas de violencia. Detalló que en el sexenio 2012-2018 hubo “26 sacerdotes asesinados, y en el presente periodo de gobierno hay tres homicidios, equivalentes al número registrado en el gobierno de Ernesto Zedillo”.
Añadió que a ello “se suma la comisión de delitos y ataques contra templos y lugares de culto”, desde robos a feligreses y de arte sacro “hasta situaciones extremas, como tiroteos a las afueras de parroquias o asesinatos consumados en atrios”.
En el contexto del lanzamiento en redes sociales del documental Tragedia y crisol del sacerdocio en México (que reúne investigaciones del CCM realizadas durante más de una década sobre las agresiones a sacerdotes y agentes de evangelización), explica que la “violencia llega a niveles inauditos en lugares que eran respetados, ahora simplemente son allanados por delincuentes y, en casos extremos, son presa y botín del crimen organizado”.
Precisa que “la situación es complicada, especialmente cuando se constatan el vacío de autoridad y la ausencia de gobierno”. Asevera que los ministros católicos han tenido que “actuar como agentes de intermediación entre autoridades y criminales” y destaca lo ocurrido en el municipio de Aguililla (diócesis de Apatzingán).
Pese a la mediación y a que el nuncio Franco Coppola visitó la zona hace algunas semanas, “la situación continúa siendo particularmente preocupante”, y advierte que “de no intervenir la Iglesia, quizá las circunstancias serían más lamentables”.
Aparte, el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, en su reflexión semanal, expresó también su preocupación por la violencia en el país, y señaló que “el cobro de piso, las extorsiones, las amenazas, los grupos armados y la violencia en general van en aumento, con autoridades ausentes y rebasadas”.
El también obispo emérito de San Cristóbal de la Casas indica que las autoridades de diversos niveles, en la zonas donde opera el crimen organizado, “no enfrentan a estos grupos con todos los recursos tácticos de que el gobierno dispone”, y precisa que “nosotros como pastores no podemos quedarnos en silencio y sólo lamentar la situación”.
Llamó también a pensar también cómo cada quien puede contribuir a “construir otra sociedad y otro país”.