El día de las protestas y actos vandálicos en Cuba, el presidente Miguel Díaz-Canel denunció el deseo del gobierno de Estados Unidos (EU) de provocar un estallido social masivo en la isla. “A lo que contribuyen toda esa propaganda y todas esas construcciones ideológicas… para convocar las llamadas intervenciones humanitarias, que terminan en intervenciones militares… que aplastan la soberanía de los pueblos”. Díaz-Canel informó y analizó ante el pueblo su plática con los inconformes en San Antonio de los Baños. No abundan los líderes que asuman esa conducta radicalmente democrática.
El día siguiente su homólogo de México, Andrés Manuel López Obrador, puso el dedo en la llaga cuando afirmó: si se quisiera ayudar a Cuba, lo primero que habría que hacer es poner fin al bloqueo “como lo están solicitando la mayoría de los países del mundo… sería un gesto verdaderamente humanitario”. Está claro, el bloqueo es la causa fundamental de la severa escasez de alimentos y medicinas, los cortes de electricidad y otros padecimientos de la vida cotidiana en Cuba. Ello, unido a una frenética actividad subversiva de EU, creó las condiciones sicológicas, en sectores a los que el mensaje revolucionario no ha podido llegar, para detonar los hechos del 11 de julio.
El gobierno de Trump aprovechó la pandemia y la crisis económica creada por ella para hacer casi imposible el ingreso de divisas en Cuba en un momento en que La Habana se desangra financieramente para enfrentar la enfermedad. Contrario a sus promesas de campaña, el presidente Biden ha mantenido la asfixia económica como la heredó de su antecesor, además de intensificar la política subversiva hacia la isla bajo una gran presión de la extrema derecha de Miami.
Tres semanas antes de los disturbios, 184 países del mundo, con el solo voto en contra de EU e Israel, solicitaron en la ONU el fin del bloqueo. Pero Biden se hace ahora el loco y pide cínicamente al gobierno cubano que “escuche a su pueblo y provea sus necesidades”.
La idea de un supuesto “corredor humanitario” para Cuba ( #SOSCuba, con más de 2 millones de tuits) fue instalada en las redes digitales y amplificada por las grandes bocinas mediáticas del imperialismo entre el 9, 10 y 11 de julio. Difícil encontrar algo más desvergonzado cuando el gobierno de Cuba exhibe uno de los mejores desempeños a escala internacional en el enfrentamiento a la pandemia.
Un informe del experto español Julián Macías Tovar daba cuenta sobre el origen, crecimiento exponencial y detalles técnicos de la expansión en la web de las mencionadas etiquetas, a partir de una costosísima y muy sofisticada operación de guerra sicológica, que incluía la apertura de miles de cuentas de Twitter y el uso de miles de bots que producían cinco retuits por segundo, una operación altamente costosa. Pero en la tarde del día siguiente el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, aportaba nuevos y más amplios e irrefutables datos sobre el despliegue de la monumental campaña y la avanzada tecnología aplicada.
Rodríguez Parrilla recordó la advertencia que había hecho en el discurso que pronunció en la ONU justo el día en que se votó la condena al bloqueo: “Estados Unidos emplea cuantiosos recursos, laboratorios sociales y herramientas de alta tecnología en una desenfrenada campaña dirigida a desacreditar a Cuba mediante el uso de la mentira y la manipulación de datos”. El 23 de junio −continuó− “ya teníamos información, y era evidente para quienes siguen las redes digitales y los datos, que arrancaba, que estaba en desarrollo ese día una operación comunicacional de alta envergadura”. De la misma manera, el canciller recordó la activación en los hechos del día 11 de la quinta columna mercenaria que mantiene el gobierno de EU en la isla con mesadas de cientos de millones de dólares y lo responsabilizó con las consecuencias que se deriven de estos actos, como una flotilla naval dirigida a Cuba de la que se está hablando en Florida.
En resumen, existen sistemáticas acciones y cuantioso financiamiento estadunidenses de planes desestabilizadores contra Cuba que han permitido montar un sofisticado tinglado de guerra de cuarta generación, con un importante ingrediente comunicacional en el que, en los últimos tiempos, desempeñan un decisivo y creciente papel las redes sociales. Se entiende que con avanzados recursos de inteligencia artificial y la aplicación de algoritmos para instalar en franjas de población –como se ha visto– conductas favorables a los planes perturbadores.
Ante la escalada desestabilizadora, el presidente Díaz-Canel convocó a los revolucionarios a tomar las calles y a los cubanos “a la unidad, el respeto y el amor por la vida”. Se trata, ni más ni menos, de la defensa de la patria amenazada y de la vigencia de la Constitución socialista, votada por 86 por ciento de los electores hace poco más dos años.
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