Londres. Los niveles mundiales de hambre y desnutrición empeoraron drásticamente el año pasado y la mayor parte del aumento probablemente se deba a la pandemia de Covid-19, según un informe de varias agencias de la Organización de Naciones Unidas (ONU) publicado ayer.
Tras permanecer prácticamente sin cambios por cinco años, el número de personas desnutridas se incrementó a alrededor de 768 millones en 2020, el equivalente a 10 por ciento de la población mundial y un aumento cercano a 118 millones en comparación con 2019, según el informe.
El reporte elaborado por agencias de la ONU, incluida la de Agricultura y la Alimentación (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la primera evaluación integral de la inseguridad alimentaria y la nutrición desde que surgió la pandemia.
“Por desgracia, la pandemia continúa exponiendo debilidades en nuestros sistemas alimentarios, que amenazan vidas y medios de subsistencia. Ninguna región del mundo se ha salvado”, dijeron las agencias en un comunicado conjunto. La edición 2021 del reporte Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo estimó que, según las tendencias actuales, el objeti-vo de desarrollo sostenible de la ONU, de hambre cero para 2030, no será alcanzado por un margen de casi 660 millones de personas.
Ese número es 30 millones de personas más alto que en un escenario donde la pandemia no hubiera ocurrido.
“Nuestros peores temores se están haciendo realidad. Revertir niveles tan altos de hambre crónica llevará años, si no décadas”, dijo Arif Husain, economista jefe del PMA.
El número de personas que no pueden acceder a una alimentación adecuada aumentó en 320 millones el año pasado. De los 768 millones de personas desnutridas, 418 millones estaban en Asia, 282 millones en África y 60 millones en América Latina y el Caribe. En África, sin embargo, 21 por ciento de las personas están desnutridas, más del doble que en cualquier otra región.
Después de disminuir durante varias décadas, la inseguridad alimentaria ha ido en aumento desde mediados de la década de 2010, especialmente en países afectados por conflictos, condiciones climáticas extremas o recesiones económicas.