Sin bibliotecas “no sabríamos realmente quiénes somos. Son la memoria nacional e internacional”, expresa la escritora estadunidense Janet Skeslien Charles (Conrad, Montana, 1971). La trama de su segunda novela, La biblioteca de París (Salamandra, 2021), se desenvuelve en uno de estos baluartes de la cultura, durante el curso de un momento aciago de la historia: la Segunda Guerra Mundial.
Skeslien Charles se mudó a París en 1999, después de pasar dos años en Odessa, Ucrania, estancia que sirvió de fondo para su opera prima, Luz de luna en Odessa (2009). En París se ofreció de voluntaria para colaborar en la Biblioteca Americana de París (BAP), institución fundada en 1920, que aún permanece abierta. Una década después, cuando ya era la gestora de proyectos del recinto, surgió el tema de su nueva novela.
“Mis colegas me platicaron acerca de Dorothy Reeder, directora de la BAP, sobre cómo había permanecido allí durante la guerra y cómo habían entregado libros a los usuarios judíos. No había mucha información al respecto en el archivo de la biblioteca, ni en su sitio web, ni en la publicidad que se entrega al público. Encontré en línea el reporte confidencial que Reeder escribió acerca de la ocupación alemana (1940-1944). Su lectura me provocó escalofríos. Pensé: ‘esta es una novela, esta es una historia y la quiero escribir’”, señala la autora en entrevista.
Un título de memorias e investigación profunda
Escribir La biblioteca de París le llevó cerca de 10 años: “Investigué a fondo la Primera Guerra Mundial y las bibliotecas en la ciudad francesa de ese momento. Como los nazis saquearon las de Polonia, Ucrania y Rusia, traté de rastrear a las personas que habían trabajado en ellas. Leí los periódicos del momento, Le Figaro y la edición parisina del New York Herald.
“Leí las memorias de mujeres que vivieron en París durante la ocupación y entrevisté a otras que experimentaron en carne propia este periodo, incluso a la abuela de mi marido, quien era una jovencita entonces. Aún vive y fue mi primera lectora.”
–¿Por qué el tema de la Segunda Guerra Mundial resulta tan atractivo para el público?
–Unos 6 millones de judíos perecieron en los campos de concentración. Hasta que haya 6 millones de libros en los estantes, no habrá suficientes.
La entrevistada reflexiona y agrega: “La Segunda Guerra Mundial resulta tan atractiva porque es muy blanco y negro. Los nazis son los malos, y los aliados, los buenos. Aunque nos parezca muy blanco y negro hoy, en aquel momento era muy gris para muchas personas. Actualmente, para el lector es un tema en blanco y negro.”
La biblioteca de París tiene que ver con libros físicos y su resguardo. En un mundo digital que apuesta por los ejemplares electrónicos, Skeslien Charles fija su posición: “Tomo el elevador; no siempre me voy por las escaleras. Así que sí leo un libro electrónico en vez de comprar uno físico. Ambos me llevan exactamente al mismo lugar”.
Respecto del papel de las bibliotecas en la actualidad, dice: “Me impresiona la forma en que las bibliotecas han cambiado en Estados Unidos. Leí acerca de un joven que necesitaba una corbata para una entrevista de trabajo, misma que pidió prestada en una biblioteca. En Minneapolis hay una biblioteca de juguetes, de modo que los niños tienen acceso a figuras de plástico durante un par de semanas. En Francia las bibliotecas permanecen muy tradicionales. Eso es lamentable, porque para mí hay que cambiar con los tiempos”.
Ya que se publican muchas noticias falsas en Internet, por lo que para Skeslien Charles es necesario “poder acudir a una biblioteca con el fin de hacer preguntas y encontrar fuentes fácticas de noticias, así como periódicos y revistas. Cosas más concretas y con fuentes responsables”.
–¿Su libro es un thriller?
–No sé. Se trata de la Segunda Guerra Mundial; París está ocupada. Hay una guerra entre palabras: nazis contra bibliotecarios, y éstos ganan.