Xalapa, Ver., Jaime Alfonso Sandoval, autor de Mundo umbrío y exponente de la literatura infantil y juvenil en México, asegura que este género “no por ser sencillo es simple; conseguir la sencillez es complicado.
“Es una puerta de entrada a otras literatura y, por tanto, mucha de la literatura juvenil llega a ser en apariencia sencilla, pero no lo es; puedes encontrar desde lo más comercial hasta lo más delicado. Por ejemplo, en Los fantasmas de Fernando hablo sobre los ciclos de la violencia y abordo otros temas mucho más complejos.”
Entrevistado a propósito de la Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil, que se desarrolla en la capital del estado, Alfonso Sandoval habla de su proceso de escritura, el papel de la literatura juvenil en la formación de nuevos lectores, el humor como puente y la ruptura con estereotipos de género en sus personajes.
La importancia del humor en la creación
Para el autor de Operación nini, en la literatura infantil y juvenil abundan obras de todos los rangos, como en cualquier género. “Puedes encontrar desde el libro más complejo y más filosófico hasta el bestseller más de aeropuerto”.
Sandoval dice que como escritor de literatura juvenil se ha propuesto trabajar en obras que sean de fácil acceso, pero con temas complicados, “porque la vida de un joven puede ser muy compleja. Siempre busco que entren de manera sencilla a las historias, y ya una vez que el lector está en la historia, tratar los temas más difíciles.
“La literatura infantil no por ser sencilla es simple; conseguir ese nivel de sencillez es complicado. La literatura juvenil es una puerta de entrada, y uno lo asume y lo celebra, porque se busca que haya más lectores.”
Jaime Alfonso, premio Barco de Vapor 2006, dos veces ganador de Gran Angular (1997 y 2001), considera que en su proceso de escritura el humor es un puente que establece con los lectores.
“Para mí, el humor es muy importante porque es un puente de conexión que establezco con los lectores. Además, me sale naturalmente, no es algo que yo diga: ‘ah, sí, quiero ser chistoso en este libro’; es algo que simplemente me sale, y quizás es porque en la vida real soy muy serio.
“Parte del ser mexicano es que aún en los momentos más duros, más complejos, hay una esperanza, un espacio para un respiro, para el humor. En mis historias, en los momentos más duros y tristes, de repente hay un momento para descansar, y es el sentido del humor.”
Jaime Alfonso señala que se ha dado cuenta de que “a los lectores les gusta también esta parte de mis historias, de mis personajes, y lo disfrutan mucho; siempre van a encontrar que sí hay una parte de repente muy dramática, pero que tiene un respiro cómico, algo que seguramente es parte de mi sello como escritor”.
Romper estereotipos
En Mundo umbrío, Rosalina Posada Martín se describe como “gnomo sabiondo” por “fea” e inteligente. Y Lina Pozafría contrasta completamente con otras representaciones femeninas, en las que las damiselas en apuros esperan ser rescatadas.
Sandoval comenta que “era totalmente buscado que los personajes de Mundo umbrío y otros libros rompieran los estereotipos de la aparente belleza o fealdad, que es una de las etiquetas que te pone la sociedad”. Así como mostrar a personajes masculinos sensibles que fueran con lo preconcebido.
“Quería además que (Lina) fuera un personaje muy inteligente y que no esperara que nadie la rescatara; al contrario, quería que los personajes masculinos fueran muy sensibles, porque se cree que por ser hombre hay que quitarle sensibilidad o, si no, no es un personaje de acción.”
El escritor, ganador del premio Nacional de Novela para jóvenes FeNal-Norma 2011, detalla que una característica de sus personajes masculinos es que “a veces son hipersensibles, y justo eso buscaba, encontrar todos los rangos de personalidad y no quedarme con los estereotipos de siempre, de toda la vida.
“Quería dotar de complejidad a todos los personajes, tanto los protagónicos como antagónicos, quería que fueran muy complejos porque yo sabía que iba a ser una historia muy larga y que iba a tener muchos desarrollos y muchas estadías.”
Jaime Alfonso Sandoval opina que la gran escuela de un escritor es la lectura. “Recomiendo leer un libro por lo menos dos veces: la primera como lector y la segunda como escritor. ¿Cómo lee un escritor? Bueno, primero lees el libro como lector, si te gustó o lo odiaste, etcétera, y luego, una segunda lectura, para ver cómo está construido; es como si voltearas un reloj y en lugar de ver la carátula vieras el mecanismo”.
Explica que la segunda lectura es para fijarte en la estructura, en qué tipo de personajes hay, cómo es el desarrollo, dónde entra un elemento que no esperabas; de qué manera un autor o autora estuvo preparando el final, cómo hizo la evolución sicológica del personaje.
“Cada libro es una escuela y una lección”, enfatiza el escritor.
Aconseja a quienes han comenzado a escribir: “la primera vez que te sientes no intentes ganar el Nobel, no intentes escribir y sentir que esa historia va a ser importante pensando como los demás. Mejor piensa en tus personaje y saca lo que tienes”.
Concluye que “hay muchas razones por las cuales escribir: a veces por necesidad, para sacar un sentimiento, es terapéutico; para compartir una historia que tienes en la cabeza y que te dice: ‘cuéntame’.”