La lengua española es lo que ha unido a México como país, sostuvo el lingüista Luis Fernando Lara, como parte del curso Historia del español en América: imposición y apropiación, el cual se imparte en línea de forma gratuita, y que consta de 12 sesiones (la más reciente, la segunda, se realizó el 23 de marzo) y se extenderá hasta el 31 de agosto.
El curso, parte del ciclo Ciencias Sociales y Humanidades de El Colegio Nacional, tiene como fundamento inducir una reflexión acerca de cómo se impuso la lengua española sobre las poblaciones originarias del continente americano.
Se abordan las características que tuvo esa imposición y cómo los hispanoamericanos asumieron esa herencia, nacida del conflicto, para apropiarse legítimamente de la lengua española y convertirla en la constituyente de las sociedades hispanohablantes. Más información en el sitio https://colnal.mx/.
El investigador y académico destacó que desde el último cuarto del siglo XVIII y hasta la actualidad hay una legitimización ideológica del país basada en el pasado prehispánico según la cual los mexicanos descendemos de nuestros antepasados indios y pretendemos ignorar la raíz europea, así como la africana.
“Un daño que nos ha causado esa negación de nuestro pasado español y la elevación del mundo indígena a prístina raíz de nuestra nación, ha sido la creencia de que al fin y al cabo esa lengua no es nuestra, aunque sea que nos ha constituido como nacionalidad”, explicó.
“Más allá de la Constitución Política de México, ésta es la lengua en que está escrita. Sin faltar el respeto a nuestros compatriotas indios –con cuyo derecho humano a sus lenguas maternas deberíamos estar completamente comprometidos–, es un hecho que lo que nos ha unido como país es esta lengua; es un hecho que la cultura mexicana, de la que justificadamente nos sentimos orgullosos, es una cultura que se manifiesta y se piensa en español.”
Según Luis Fernando Lara, los hispanohablantes no somos pacientes, sino actores de nuestro idioma; afirmó que “la historia del español en América es la historia que comienza con una imposición y termina con su apropiación”.
Entre otros aspectos, refirió que poco después de la consumación de las independencias en Hispanoamérica, en el siglo XIX, se gestó la idea de mantener la unidad del idioma en todas las naciones de la región, lo cual se hizo a partir de reforzar el papel central de la Real Academia Española de la Lengua.
“Los hispanoamericanos aceptamos sin gran oposición que se convirtiera en la rectora de la lengua, que el español preconizado por las obras de la academia y de los escritores españoles fuera el ejemplo a seguir por Hispanoamérica, so pena de que, de no hacerlo, caeríamos en el barbarismo.”
Toda Hispanoamérica, dijo, quedó enajenada de su propia lengua materna. Mexicanos, peruanos, argentinos, chilenos, entre otros, estaban siempre pendientes de no contravenir la ejemplaridad peninsular, situación a la que el especialista denomina desde hace años “conciencia del desvío de las variedades hispanoamericanas del español”.
“Aceptar ese enajenamiento de nuestras variedades hispanoamericanas significa seguir aceptando la imposición originaria de la lengua, seguirnos considerando pacientes de lo que dicten las academias de la lengua, presididas y guiadas por la Real Academia”, aseguró.
“En nuestras prácticas cotidianas, en la realidad, las múltiples maneras de hablar español en Hispanoamérica, el español legítimamente es nuestro.”