La trasnacional española Rep-sol fue una de las más beneficiadas por el régimen neoliberal, desde los tiempos de Miguel de la Madrid hasta los de Peña Nieto, sin olvidar a los panistas de la docena trágica (Fox-Calderón). A la vieja usanza de oro por espejitos (más una cuantas coimas bien distribuidas), este consorcio obtuvo todo lo que exigió, y mucho más, mediante una trama que involucró a la clase político-empresarial y terminó en tragicomedia, con los mexicanos como pagadores de la aventura. Abundantes concesiones, contratos, beneficios fiscales de toda índole, “derecho” de explotación de zonas reservadas al Estado, y lo que se quede en el tintero, fueron entregados a Repsol, una empresa pública española privatizada, paradójicamente, por un gobierno de “izquierda”, el de Felipe González, que se ha dedicado a succionar petróleo en todas partes (la menor, por mucho, en su país de origen; de hecho recientemente anunció que dejaba de extraer crudo en España).
Los gobiernos neoliberales se fascinaron con las empresas españolas y a ellas entregaron todo lo que algún día fue propiedad del Estado mexicano, amén de jugosos contratos públicos y demás “cortesías”. Cuatro botones de muestra: BBVA (banca y demás negocios financieros), Repsol (petróleo, gas natural estaciones de servicio, contratos de servicios múltiples, etcétera), Iberdrola (electricidad) y OHL (construcción). Hay más, desde luego, pero este cuarteto ejemplifica el saqueo, la vieja práctica de intercambiar oro por espejitos (generosas coimas de por medio) a costillas de la riqueza perteneciente a todos los mexicanos.
Con los neoliberales, Repsol se convirtió en la mamá de los pollitos petroleros, y dePemex y con los directivos de Pemex (con la ve-nia del inquilino en turno de Los Pinos) hizo lo que le vino en gana, pero en lugar de mostrar cierto agradecimiento por los favores recibidos (y pagados) la trasnacional española se dedicó a hacer cochinada y media en contra de sus “amigos mejicanos”. Ejemplos sobran, pero el más reciente ilustra. De Madrid ( La Jornada, Arman-do G. Tejeda, corresponsal) llega la noticia: “Repsol y la entidad financiera CaixaBank están siendo investigadas e imputadas por cohecho y revelación de secretos por el espionaje ilegal que diseñaron para impedir una operación empresarial entre 2011 y 2012, que consistía en la alianza estratégica entre Pemex y la constructora ibérica Sacyr para tomar control ejecutivo de Repsol.
“La operación, impulsada desde México por los ex directores de Pemex Juan José Suárez Coppel (con Felipe Calderón) y Emilio Lozoya Austin (con Enrique Peña Nieto), fracasó y se saldó con la virtual salida de la paraestatal mexicana del accionariado de Repsol, de la que actualmente sólo posee un testimonial 1.69 por ciento (antes de la “aventura” poseía 5 por ciento). Entre 2011 y 2012 hubo una guerra abierta entre algunas de las empresas y los ejecutivos más relevantes y poderosos en España. En medio de la batalla estaba Pemex. Primero con el beneplácito de Felipe Calderón y después con el impulso, tanto de Lozoya como de su entonces jefe, Enrique Peña Nieto”.
En efecto, en agosto de 2011 (Rodríguez Zapatero en la presidencia española, a punto de ser sucedido por Rajoy), por decisión del Borolas y con Suárez Coppel como operador, Pemex, sin la autorización de su consejo de administración, decidió incrementar su participación accionaria en Repsol, para lo cual se endeudó con mil 700 millones de dólares adicionales, y el operativo resultó tan exitoso que en apenas dos meses corrieron a Suárez Coppel del consejo de administración de la trasnacional.
La voluminosa deuda resultante de ese fracaso (uno de tantos) se cargó a Pemex y luego de su desastrosa dirección Suárez Coppel cómodamente se fue a trabajar a la trasnacional Jacobs Engineering Group. De cualquier forma, Brufau se quedó con el control absoluto (“la presencia y actitud de Pemex en nuestro consejo de administración es una piedra en el zapato que se soluciona sacándose el zapato”, dijo), mientras los súbditos “socialistas” del Rey se quejaban amargamente, porque “corremos el riesgo de perder la españolidad” de Repsol.
Las rebanadas del pastel
Si el análisis se hace con otras trasnacionales españolas presentes en nuestro país, gracias al régimen neoliberal, entonces el resultado es el mismo: México es el gran perdedor.