Los ministros de finanzas del club de las economías del G20 –México incluido– dieron su aprobación al pago de un impuesto mínimo global para las grandes empresas, lo que aumenta la presión sobre paraísos fiscales como Irlanda y Hungría, que no han respaldado el plan. Unos 130 países ya se han inscrito en un intento de impedir que esas enormes compañías oculten ganancias donde los gravámenes son más bajos. El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, quien asistió a la reunión, dijo que fue “un acuerdo histórico”. Concurrió también la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen; el funcionario agregó que el Congreso podría aprobar el impuesto este mismo año. El plan tiene dos pilares: 1) obligar a los corporativos a que paguen contribuciones donde operan, aunque no tengan presencia física (Netflix, Google y Amazon, entre otros), y 2) el mencionado impuesto de al menos 15 por ciento a empresas con una facturación mínima de 890 millones de dólares anuales. Así que los paraísos fiscales no podrán cobrar menos. Es algo que parece lógico, justo y necesario. ¿Por qué no se hizo antes? Son poderosos los intereses de las naciones y las corporaciones que se han opuesto a lo largo del tiempo.
Eso ocurrió en Venecia. Entre tanto, en Estados Unidos el presidente Joe Biden firmó una orden ejecutiva que contiene 72 medidas para frenar la conducta anticompetitiva de las empresas. Las agencias federales recibirán instrucciones para que diseñen medidas regulatorias con el fin de combatir la acumulación corporativa y evitar que los salarios de los trabajadores disminuyan. La Casa Blanca comparó la norma con la disolución del cártel petrolero por parte del presidente Theodore Roosevelt en los años 1900 y la política antimonopolio de Franklin Roosevelt en la década de 1930. Mientras esto sucede en el vecino país, es inverosímil que en México operen oligopolios como el gasero. La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), cuya función es combatir los monopolios, quiere lavarse las manos al pasar la pelota a otras instancias del gobierno. Sin embargo, bien que defiende a las empresas eléctricas privadas y la multa que aplicó al cártel bancario que manipuló bonos de gobierno fue de risa. En China, las autoridades también desinflan el poder de sus gigantes, primero Alibaba y ahora Didi. Es que las empresas privadas no pueden sustituir al Estado. Es algo que deben entender las compañías privadas en México y eso les está tomando tiempo.
El cachorro de la Revolución
Ya voló Miguel Alemán Magnani, el nieto del ex presidente de la República Miguel Alemán Valdés –el cachorro de la Revolución, como los llamaban sus contemporáneos– e hijo del ex senador, ex gobernador de Veracruz y ex vicepresidente de Televisa, Miguel Alemán Velasco, quien también fue vicepresidente de Televisa. El cachorrito está acusado de defraudación fiscal por un monto de 65 millones de pesos, una cantidad relativamente de poca monta para una familia de pedigrí priísta que tiene importantes relaciones financieras y políticas no sólo en México, sino también en Estados Unidos. Informa el Instituto Nacional de Migración que registró su salida del país desde enero. En noviembre de 2018, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la creación de un consejo asesor empresarial que estaría formado por Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Gómez, Olegario Vázquez Aldir, Carlos Hank González, Daniel Chávez, Miguel Rincón y Miguel Alemán Magnani, el hoy prófugo. Pero la relativa cercanía con el mandatario no le valió para que su compañía aérea fuera rescatada con fondos públicos. No mas Fobaproas, ha dicho en innumerables ocasiones el Presidente. Hubiera costado varios miles de millones de pesos. En cambio, ese dinero se aplicará al pago de pensiones a los adultos desde que cumplan 65 años.
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Ildefonso. El que decía que los mexicanos no comíamos gasolina. Y nos recetaron los gasolinazos. Corrupto del equipo de Peña Nieto. Ellos lo veían normal. Para ellos robarse presupuesto producto de los impuestos de todos era normal.
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