Cannes. Vítores y caravanas de festejo por Italia invadieron ayer la Croisette. Fiesta por la victoria de Gli Azzurri en la Eurocopa, en un partido adrenalínico contra los ingleses. Pero sobre todo fiesta por el recibimiento cálido por parte de la crítica internacional de Cannes, el festival más prestigioso del mundo, a Tre piani de Nanni Moretti, en su Premier mundial.
El cineasta italiano, que nos deslumbró con su humor en el Caro Diario, y luego su dramatismo en La habitación del hijo (Palma de Oro hace 20 años), hace aquí una disección de la clase media tan profunda como ácida, plasmando la convivencia y las dificultades que comparten tras familias vecinas en un mismo edificio.
“La pandemia ha desenmascarado aquella mentira de que podíamos prescindir de la convivencia en comunidad”, afirmó Moretti que por primera vez confía en un guión ajeno, después de leer el libro del escritor israelí Eshkol Nevo. Complacido por estar jugando también su “partido” italiano, pues es el único en Competición por su país, afirmó: “A menudo, con generosidad, ustedes periodistas atribuyen a mis películas cualidades proféticas. En efecto, hace cuatro años pensé en hacer este filme porque tuve una visión sobre este domingo 11 de julio de 2021”.
Difícil intuir algo así: un año y medio de pandemia y preocupaciones, que han dejado tanto dolor y pérdidas a toda la humanidad. Ahora presenciamos un Cannes engorroso pospandémico, con hisopados cada 48 horas y múltiples restricciones. Aunque, eso sí. Ha tenido el gran mérito de devolvernos la magia del cine y las ganas de seguir disfrutándolo, en la maravillosa compañía de nuestros colegas de décadas.
Como decíamos, han sido tiempos difíciles incluso para el cine. Y aunque el delegado artístico del festival, Thierry Fremaux, haya insistido en crear una sección fuera de concurso –Cannes Première- para exhibir los magnos títulos de películas de autor que se quedaron en el cajón en la edición pasada, aun no hay una obra que entusiasme del todo a la critica internacional.
Ironías de la vida, uno de los más aplaudidos es el film “escándalo” Benedetta, de Paul Verhoeven (Basic Instinct), que narra una historia de espiritualidad y tentación, de vocación y sensualidad, como si fuera un clásico del siglo XIX. De vez en cuando retoma la reflexión histórico-religiosa para acentuar la ambigüedad de la naturaleza humana y, naturalmente, de la vocación religiosa. Se tratra de la verdadera historia de una monja lesbiana acusada de blasfemia en la Italia de la Controreforma.
También está Annette, película inaugural, dirigida por el muy venerado en Francia Leos Carax. Un musical surrealista, con Marion Cotillard y Adam Driver, que no llenó del todo las expectativas.
Y, de seguro, algunos títulos pasarán al olvido, tal como la francesa Tout s’est bien passé, dirigida por el francés Francois Ozon. Enfrenta el tema de la eutanasia, de la muerte civilizada, a través del drama de un anciano que ha sufrido un derrame cerebral devastador y cuyas dos hijas le apoyan incondicionalmente para poporcionarle su descanso en paz.
Fuera de competición, entre las películas más atractivas esta el documental The Velvet Underground, de la mano de Todd Haynes (Carol). Es interesante el retrato que hace de Lou Reed y de John Cale, de su química al inicio y luego su separación. Tambien la presencia de Charlotte Gainsbourg, con su documental Jane by Charlotte. Es una carta de amor para reconciliarse con su madre Jane Birkin. Y el célebre Oliver Stone con su documental JFK Revisited: Trough the looking glass. En total, la sección oficial (que engloba todo lo anterior), ha pasado de 58 títulos en 2019 a 70 en esta edición.
No podemos dejar de mencionar las charlas magistrales de Jodie Foster y de Matt Damon. Y las que faltan: Isabelle Huppert, Marco Bellocchio y Steve McQueen. De hecho, hay mucha tela que cortar aún en este festival que esta en su ecuador y que nos mantendrá en su usual ritmo maratónico hasta el próximo sábado, cuando finalmente el director Spike Lee, presidente del Jurado, entregue su veredicto.