La plataforma digital MUBI se ha vuelto una opción muy atractiva para una cinefilia deseosa de ver cine de autor o cine de arte sin necesidad de recurrir a búsquedas infructuosas en plataformas comerciales o en salas de cine actualmente semidesiertas. MUBI, una empresa independiente creada en 2007, primero llamada “Los autores”, está hoy presente en 190 países, cuenta con una exigente curaduría global, y ofrece un estreno diario así como revisiones periódicas de la novedad fílmica alternativa y una atención especial a clásicos de cine y a las trayectorias de realizadores como Sergei Loznitsa, Wim Wenders, Abbas Kiarostami, Agnes Varda, Krysztof Kieslowski o Chris Marker, por mencionar sólo algunas retrospectivas recientes.
Una de sus últimas mejores sorpresas es el ciclo Los fantasmas están entre nosotros: las películas de Christian Petzold. Este cineasta alemán, miembro destacado, con Angela Schanelec y Thomas Arslan, de la llamada Escuela de Berlín, pronto se apartó de la estética de realismo lacónico practicada por sus compañeros de generación, para incursionar en temas inquietantes relacionados con el poder disminuido de los ciudadanos frente a la maquinaria del Estado, o la interferencia en sus vidas cotidianas de alguna presencia espectral, reminiscencia de un pasado traumático, sucesos que en un instante hacen colapsar la tranquilidad de sus certidumbres morales. En un país como Alemania, donde el peso de la historia reciente y sus funestos saldos colectivos sigue siendo abrumador, la apuesta de Petzold por una narrativa cargada de ambigüedad moral y de ironía es algo novedoso y estimulante. El hecho de que el cineasta también consiga establecer vasos comunicantes entre sus relatos semifantásticos y la forma popular de un cine de suspenso, añade mayor interés y magnetismo a su propuesta artística.
Christian Petzold no es un cineasta desconocido en México. Parte esencial de su obra se ha exhibido con regularidad en la Semana de Cine Alemán y en algunas Muestras de la Cineteca Nacional. MUBI presenta ahora seis de sus nueve largometrajes y algunos de sus primeros trabajos en corto. Esta visión de conjunto permite explorar mejor las constantes temáticas del autor. La referencia histórica es muy clara en tres títulos emblemáticos: Bárbara (2012), donde la protagonista (Nina Hoss), semeja un fantasma, dolorido y taciturno, recién salido de la cárcel, a quien se le asigna un virtual arresto laboral en la provincia alemana oriental de los años ochenta, después de haber sido señalada, en tanto médico políticamente disidente, como una figura incómoda para el autoritarismo comunista. Un sofisticado sistema de vigilancia política amenaza con destruir por completo la integridad moral de la joven, quien se enamora de un médico colega suyo al servicio, como muchos otros ciudadanos, de una agencia de espionaje estatal, la temible Stasi. En Phoenix (2014), cinta fascinante y devastadora, ambientada en la inmediata posguerra de 1945, Nelly Lenz (de nuevo, Nina Hoss), es una antigua cantante de cabaret que regresa a Berlín con el rostro desfigurado por las torturas en un campo de concentración, para buscar al esposo que años antes pudo haberla traicionado para protegerse o beneficiarse de la persecución nazi. En la trama de suspenso que incluye un desdoblamiento de identidades como claro tributo a la película Vértigo de Hitchcock y una atmósfera decadente en tono fassbinderiano, Petzold combina muy bien el melodrama sentimental y la disección histórica. La imagen recurrente de un Berlín en ruinas tiene como complemento los estragos físicos y espirituales de la joven sobreviviente que en el rencuentro con su pareja le apuesta a su salvación o a su condena definitiva. Finalmente En tránsito (2018), es la experimentación más audaz del cineasta en su manejo de la historia. En su adaptación de la novela homónima de Anna Seghers, el director confunde con anacronismos deliberados dos épocas para señalar la persistencia actual de una intolerancia racista heredada de una época funesta, la ocupación nazi en Francia, y mostrar una usurpación de identidades que en el puerto de Marsella permitiría huir, por el exilio, a una posible deportación. La pasión amorosa entre el simulador (Franz Rogowski) y Marie (Paula Beer), viuda del escritor cuya identidad se usurpa, es un elemento clave para renovar con brío el gusto del director por el melodrama. En un plano más intimista aún, los otros tres largometrajes de la retrospectiva ( Seguridad interior, 2000; Yella, 2007; y Jericó, 2008) exhiben tejidos todavía más finos entre los inquietantes relatos de fantasmas afectivos y la singular apuesta por ese suspenso que el cine de Christian Petzold maneja con maestría.
Retrospectiva disponible en la plataforma MUBI (https://mubi.com)