La pregunta no deja de soltar un cierto tufo a déjà vu. Contra la evidencia práctica que ofreció el movimiento estudiantil de 1968, se popularizó la peregina idea de clase contra clase que tantos estragos generó en el ascenso de los fascismos en Europa y que demonizaba a la pequeña burguesía como individualista, egoísta y arribista. Ese error jugó un papel clave en la derrota de las fuerzas populares en Europa.
Sanación. Pero en México sacar del armario la vieja tesis de clase contra clase, después de un movimiento tan contundentemente de clases medias como el de 1968, sólo se entiende mediante una amplia operación ideológica de alienación. Los brigadistas salidos del movimiento estudiantil, para actuar políticamente en el seno del pueblo, tenían que purificarse de su pasado pequeñoburgués por medio de su reeducación.
La coyuntura de 1968. Por el papel crucial de ciertos estamentos de las clases medias conviene regresar al movimiento de 1968. Ahí convergieron tres tensiones: entre el gobierno federal y las universidades, entre las clases medias y el régimen, y entre la ideología oficial y los afanes modernizadores de profesionistas, artistas e intelectuales.
El pacto entre las clases medias urbanas y régimen político. Mejoría económica a cambio de restricciones en los derechos ciudadanos . Es necesario en este punto señalar brevemente lo que significó para las clases medias el llamado milagro mexicano que podría situarse, de 1950 a 1970. Los resultados más importantes pueden enlistarse de la siguiente manera: 20 años de estabilidad política que propiciaron un ascenso de la inversión privada de 5 por ciento del PIB a 14 por ciento, el régimen desarrolló la capacidad de concentrar los recursos públicos en la promoción del crecimiento –40 por ciento de los ingresos públicos en inversión–, la combinación de ambos factores permitió un crecimiento sostenido de la economía.
Compartiendo el pastel. Más importante fue la modificación que sufrió entre 1950 y 1963 la distribución de ingreso por deciles de población. Así, en 1950, mientras los deciles de más bajos ingresos apenas concentraban 19 por ciento del ingreso total, el 10 por ciento más rico (X) acumulaba 49 por ciento del ingreso nacional. Para 1963, el 50 por ciento de la población reduce aún más su participación en el ingreso nacional a un 15.5 por ciento. El 10 por ciento más rico igualmente reduce su participación a un 41.5 por ciento. Sin embargo, es en los deciles VIII y IX – grosso modo considerados de clases medias bajas– donde se da una modificación muy relevante ya que en 1950 concentraban 19.4 por ciento del ingreso en tanto que para 1963 ya habían alcanzado el 29 por ciento.
Educación y urbanización. Otros indicadores como el mismo índice de urbanización y la proliferación de colonias de clases medias en el DF, la expansión de la educación media superior y superior, la dinamización del mercado inmobiliario y de crédito, así como el mercado de bienes de consumo duradero, abonan a la idea que en términos relativos las clases medias urbanas fueron beneficiarias de este largo periodo de crecimiento económico.
El fin del milagro mexicano. El gobierno mantenía una lógica de yo soy el agente del progreso y las fuerzas que impidan la consecución de mi proyecto, son reaccionarias.(Zermeño 1996). Hansen (1971) advertía factores que podrían hacer peligrar esa continuidad: las tendencias del voto urbano de descontento canalizado hacia el PAN, la intranquilidad en el campo por un aumento de campesinos sin tierra y las probabilidades de generalización del conflicto se incrementarían si confluyese la disidencia urbana.
La hiedra venenosa. Ahora que volvemos a la vieja cantaleta, recuerdo otra de los 60:
Tu eres tan hermosa tan linda y primorosa que embrujas a los hombres con tu gracia y loca frivolidad
Que eres mala, y de corazón perverso, ¿por qué finges?, no lo sé.
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