Retomo el análisis de la asociación (o su ausencia) entre votos a favor de la 4T y los niveles de pobreza en todo el país por entidad federativa (EF) que presenté en la entrega del 18 de junio, pero ahora desagrego los resultados de cada EF en sus respectivas áreas urbanas (U) y rurales (R). Para los votos, la distinción U y R se basa en la clasificación de las casillas que lleva a cabo el INE; los cálculos de pobreza total (PT) y pobreza extrema (PE) en U y R, son cálculos del Evalúa CDMX con base en la ENIGH2018 (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares) del Inegi. A nivel nacional, tomando el límite U-R de 2,500 habitantes, la ENIGH2018 arroja una división poblacional de 75 por ciento U y 25 por ciento R (75-25). Con la clasificación de casillas U y no urbanas (que aquí llamo R) la lista nominal del INE da una distribución de 69U-31R. Aunque el criterio de división U-R de las dos fuentes no es idéntico, como se aprecia, la pequeña diferencia no invalida el análisis que sigue. La distribución de votos fue de 67U-33R, indicando una participación electoral un poco mayor en el ámbito R. Los votos (en porcentaje) a favor de la 4T (en las dos versiones que presenté la semana pasada: versión larga, VL: contando siempre los votos para el PVEM, y versión corta, VC: contando sólo los votos del PVEM cuando fue en alianza con JHH, es decir, tuvieron un(a) candidato(a) común a la diputación), fueron como se muestra en el cuadro. Como se puede ver, la 4T alcanzó el porcentaje de votación más alto (44%) en la VL-R, es decir, cuando se cuentan los votos del PVEM en R, y el porcentaje más bajo (36.2%) en CV-R cuando sólo se cuentan los votos del PVEM si fue en alianza con JHH, una aportación (conceptualmente dudosa y éticamente vergonzosa) de 8 puntos porcentuales. Si la hipótesis que el voto de los P o de los PE fue para la 4T y los que votaron en contra fueron los no pobres fuese válida, los votos por la 4T habrían representado un porcentaje mucho más alto en R que en U, puesto que el porcentaje de P y de PE en R a nivel nacional fue de 59.5% y 89.4%, mientras en U fueron de 31.6% y 66.2%, diferencias de 30 y 34.6 puntos porcentuales (p.p.), mientras las diferencias en votos fueron de menos de 2 p.p. En la gráfica se presenta evidencia adicional para rechazar esta hipótesis que, como vimos en la entrega anterior, sí parece válida para la CDMX, pero no es válida a nivel nacional.
Las 64 áreas U y R de las 32 EF han sido ordenadas en la gráfica de mayor a menor PT, desde Chiapas R con 97% de PT, hasta la CDMXU con 53%. Son los puntos unidos por líneas en la parte superior. La otra línea que fluctúa algo, pero que lleva también una tendencia descendente, es la que expresa los valores de la PE, desde 84.4% en Chiapas R hasta 15.4% en Nuevo León U. En ambos casos he ajustado líneas rectas que aproximan bastante bien los datos. En las columnas, dos para cada área U o R (son por tanto 128 columnas) expresa los votos por la 4T, tanto en la versión corta (VC) como en la larga (VL). La tendencia lineal ajustada a cada grupo de columnas muestra líneas rectas casi horizontales, lo que muestra que los votos por la 4T no están relacionados con la P, variable con la cual están ordenadas las áreas, ni con la PE, que se correlaciona muy fuertemente con ella. Para mayor precisión he calculado (cuadro 2) los valores de R² (coeficientes de determinación, que expresan la proporción de la variación en el voto por la 4T (VC y VL) explicado por la PE y por la PT) por áreas U y R de todo el país. Los valores obtenidos son muy bajos, sobre todo en las áreas R (entre 0.04 y 0.13), mientras en las áreas U varían entre 0.16 y 0.26. En el mejor de los casos, explican 26% de la variabilidad del voto; en el peor, 4%. En todos los casos las mayores R2 se obtienen con la VL de los votos por la 4T que cuenta los votos por el PVEM aunque no haya estado en alianza. Claramente, la elección del 6 de junio no fue una lucha de clases en la que los pobres defendieran a la 4T y los no pobres votaran en contra.