“Este es el momento preciso. Si no es ahora, ¿cuándo?”. Es la propuesta irrefutable de Jodie Foster, con su francés impecable aprendido en la Sorbona. “Pongan todo su empeño”, exhortó a las jóvenes aspirantes a cineastas que acudieron con otros colegas a escuchar en la atestada sala Buñuel el tan esperado Rendez-Vous con la estrella estadunidense. “Es nuestro momento en Hollywood y en el cine mundial. Les aconsejo a cada una de ustedes que quiera entrar en esta industria que aprovechen la oportunidad y se hagan valer. Hoy sí se puede. Las cosas han cambiado y es el momento de reforzar nuestra visión”, enfatizó.
Reconocida siempre como niña prodigio, tras una vida entera transcurrida delante y detrás de las cámaras, Foster está disfrutando cada momento de su retorno al Festival de Cannes –junto a su esposa Alexandra Hedison–, lugar donde despegó internacionalmente su carrera gracias a Taxi Driver, de Martin Scorsese. Fue en 1976, la actriz tenía sólo 13 años y recibieron juntos la Palma de Oro. “Un filme símbolo de la edad de oro del cine estadunidense contemporáneo. La gente pensaba que era demasiado joven para el personaje, porque era demasiado fuerte sicológicamente”, prosiguió. Y es que desde que era muy pequeña, en los años sesenta, era ya la imagen de la publicidad de Coopertone, la crema antisolar tan popular. “En realidad, no recuerdo mi vida antes del cine y la notoriedad. No he tenido jamás una vida normal. De pequeña pensaba que era banal recitar, que todo era sólo cuestión de leer lo que otros habían escrito, hasta que compartí con Robert De Niro y entendí que al personaje hay que construirlo. Fue mi gran maestro”.
Foster, que ha recibido la Palma de Oro Honorífica de esta edición 74 de Cannes de manos de Pedro Almodóvar –con quien ha declarado ansía trabajar, pues “su trabajo es extremadamente feminista, como el de pocos”–, ha sido actriz bajo las órdenes de los mejores cineastas del mundo, además de directora, productora y activista a favor de los derechos LGBTQI+.
“Siento mucha nostalgia, amor por el cine y por los directores que me han inspirado y que son como padres cinematográficos. De ellos he aprendido que cuando diriges y das órdenes, también debes mostrar a tus actores amor incondicional”, aseguró. Entre ellos, por citar algunos, el ya mencionado Scorsese, el mismo Spike Lee, Neil Jordan, Claude Chabrol, Jonathan Demme (con quien obtuvo el Óscar por su maravillosa interpretación en El silencio de los corderos) y David Fincher. “Trabajar con todos ellos ha sido como un curso intensivo de cine. Pero creo que de Fincher fue del que más aprendí artística y técnicamente hablando. Me inculcó la importancia de mantener siempre la autenticidad de mi visión hasta el final de cada obra, sin importar lo que digan los demás”.
“Lo que si me ha faltado es el ejemplo de mujeres al mando. Aparte de las actrices, si había mujeres en el set eran vestuaristas o maquilladoras. Luego surgieron las productoras, pero pasó mucho hasta que hubiesen directoras, pues era considerado un trabajo muy riesgoso”, confesó. “Cuando fui a la universidad, me dijeron que estaba botando mi carrera y mi tiempo. Desde entonces aprendí a no tener temor y a imponerme”, dijo. Si hubiese escuchado a los demás (“sobretodo a mi madre”), no habría debutado en la dirección en 1991, con El pequeño Tate; ni en la producción. Menos habría aceptado el controversial papel de Sarah Tobías en Acusada, el cual la hizo ganadora de su primer Óscar. “Sobre la violación de una mujer, la mentalidad era: Claro que fue violada, tenía minifalda. Ella misma se lo buscó. Me complace pensar que aquel filme sin duda favoreció el cambio en todo sentido respecto a la violencia contra la mujer. Y es que creo que la cultura renace por medio del cine. Actualmente estamos experimentando una transición dentro de nuestra cultura. Hay un despertar, una conciencia creciente. Espero que el gobierno de Joe Biden pueda mirar películas y decir: ahí es donde nos equivocamos”, aseveró.