Desde el paraje La Cima, en las tierras comunales de San Miguel Topilejo, en Tlalpan, un ejército de brigadistas inició la reforestación de los bosques de la Ciudad de México, donde se tiene contemplado plantar 10 millones de plantas y árboles durante la temporada de lluvias.
Columba López, titular de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, detalló que la mayoría de las especies son cultivadas en el vivero de la ciudad, donde antes sólo se contaba con una producción de 12 mil 900 plantas.
La funcionaria detalló que se trabaja con 42 núcleos agrarios, de donde provienen los 4 mil 500 brigadistas que participan en la restauración del suelo de conservación.
Ayer, en la conmemoración del Día del Árbol, la Secretaría del Medio Ambiente informó que se plantaron 53 mil árboles en 122.2 hectáreas de diversos parajes localizados en las alcaldías Tlalpan, Magdalena Contreras, Milpa Alta y Tláhuac.
Marina Robles, titular de la dependencia, detalló que cada año hay una inversión histórica de mil millones de pesos para suelo de conservación, lo que permitirá restaurar las áreas verdes y transitar hacia una ciudad con mejores condiciones ambientales.
“El plan que ha diseñado la comisión es que en dos meses logremos sembrar 10 millones de plantas, las cuales también de manera histórica se han logrado producir en el vivero gracias a la inversión que se está haciendo y al trabajo de todas las personas que son parte de los equipos”, refirió.
A su vez, el presidente de bienes comunales de San Miguel Topilejo, Marcos Páez Miranda, recordó que el suelo de conservación abarca 59 por ciento del territorio de la ciudad y que su comunidad representa una región estratégica para la viabilidad ambiental de la metrópoli.
Sin embargo, advirtió que este territorio está constantemente amenazado por factores externos, como el saqueo de los recursos forestales con la tala clandestina, por lo que pidió a las autoridades actuar de manera coordinada para resolver esta problemática.
También llamó a redoblar esfuerzos en gestionar los recursos necesarios para la conservación de los bosques y resolver las necesidades de los legítimos dueños y no engrosar una burocracia que dificulta el acceso a los beneficios.