La compositora Gabriela Ortiz (1954) recibió el encargo de escribir una obra para la Orquesta Filarmónica de Nueva York (OFNY), que tendrá su estreno mundial la segunda semana de marzo de 2022, en un ciclo de conciertos dirigidos por Gustavo Dudamel director huésped residente de la agrupación, dedicado a la música de Robert Schumann (1810-1856). La pieza de Ortiz explorará la conexión entre el compositor alemán y Clara Schumann (1819-1896), pianista y compositora eminente, su esposa y musa.
Sólo otro mexicano antes de Ortiz había recibido una comisión de componer una obra para la OFNY. Se trata de Carlos Chávez (1899-1978), a quien Leonard Berstein le encargó una pieza –Sinfonía No. 6, para orquesta– para la apertura del Centro Lincoln de las Artes Escénicas en 1962. Para Ortiz representa “un gran reto y honor recibir un encargo de esa gran orquesta”.
La obra de la compositora se estrenará en el primero de los dos programas, acompañada de la Sinfonía No. 1 Primavera y la Sinfonía No. 2, de Robert Schumann.
Aun sin título, la pieza viene a ser una respuesta a una declaración hecha por Clara Schumann en el sentido de que ser mujer “prácticamente le impide hacer una carrera como compositora”, afirmación que siempre ha impactado a Ortiz. Con la obra en ciernes, le dirá: “claro que las mujeres podemos escribir. Ha sido un proceso muy complejo lograr esta equidad de género y llegar hasta donde estamos. Ha sido toda una lucha histórica; sin embargo, sí podemos escribir y no hay nada que nos lo impida”.
Entrevistada, Ortiz expresa que su nueva composición es, para ella, una especie de retrato de Clara, quien compuso su primera pieza siendo niña. La obra, que consistirá en un solo movimiento, con tres secciones, también hará referencia a Robert Schumann y su relación con Clara que, “si bien hay mucha creación, es compleja y conflictiva”.
Esta pieza, personal e íntima, “traerá a Clara y Robert a mi mundo porque siempre pensamos al revés”. Señala: “Cuando me hicieron el encargo me dijeron: ‘puedes a lo mejor utilizar algunos fragmentos de alguna obra de Clara’. Es decir, siempre es nosotros ir hacia el mundo de Europa. ¿Qué pasaría a la inversa? ¿Qué pasaría si es Clara quien viene a mi mundo, a América Latina, a México, a mí como compositora mexicana?”
Músico precoz, Clara Schumann dejó la composición y se dedicó a dar conciertos, convirtiéndose en “una de las mejores pianistas que se tiene en el romanticismo”. Para Ortiz “siempre han habido ejemplos de la mujer en la música, pero es hasta el siglo XX que esto despega, cuando se empieza a dar la liberación femenina”.
Para todos es difícil adentrarse en el mundo de la composición en el ámbito de la música de conciertos; sin embargo, es aún menos fácil para las mujeres o para un compositor latinoamericano, apunta la entrevistada. Es más complejo “si uno quiere abrir camino en Europa, donde siempre se han visto a sí mismos y han mirado muy poco hacia otros continentes. Conocen muy poco la música latinoamericana”.
Todo cambió por fortuna. “Acabo de revisar la programación, precisamente, de la OFNY y en cada concierto hay una obra de una mujer compositora. Esto es algo que no había sucedido antes; por lo menos, no lo recuerdo. Para mí, si las instituciones culturales no tienen la inclusión y la diversidad en sus agendas, estarían completamente fuera de lo que hoy sucede y que ya es una premisa: hablar de estos temas. La diversidad siempre ha existido, pasa que no ha habido inclusión”.
Promover la música de compositores latinoamericanos es una tarea a la que Gustavo Dudamel se ha dado como director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, señala Ortiz, curadora de la Pan-American Music Iniciative, un programa de la agrupación. “El año que entra se estrenarán siete comisiones de com-positores jóvenes de América Latina. A Gustavo le importa mucho la difusión de la música latinoamericana porque se ve poco.
“Si revisas los libros escritos sobre música contemporánea, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX –te hablo de editoriales como Oxford University Press o Cambridge University Press–, ni siquiera mencionan a América Latina. Me encontré con uno de estos libros que decía Latinoamérica: conga, instrumento musical. Bueno, si todo el continente se resume en una conga, es bastante desolador porque hay una gran falta de información y también de ganas de saber. Nosotros estamos ávidos de conocer cuáles son los compositores europeos, qué hacen, cuáles son las tendencias, las diferentes técnicas y los festivales importantes. Pregunto si esto sucede al revés.”