Una tremenda ilusión de ver publicada su novela Días de tu vida hizo que Bárbara Jacobs persistiera en superar una grave enfermedad, reveló la escritora durante la presentación del libro en el que recreó un laberinto de memoria con las vivencias de un ser muy cercano y querido, su hermana Patricia. “Mientras unos brazos te dejan otros te están esperando”, así inicia la voz, quien ya no está, Patricia Jacobs, entre las páginas impresas por Ediciones Era.
En la conversación con Eduardo Antonio Parra, la autora habló acerca de su más reciente novela. En un alto grado de sinceridad, contó que en algún momento se dijo a sí misma: “este es el último libro que yo voy a escribir. Claro que quiero verlo publicado, pero si me tengo que morir antes, me daría mu-cho coraje. Pero si ya está publica-do, ya no me importa si me muero”.
Su hermana hace el relato de su vida a una amiga reportera en la novela de reciente publicación. “Ay, ya no tengo tiempo”, se repite la protagonista, Patricia, quien desborda sus palabras en este ejercicio de rememorar, ante la certeza de la cercanía de la muerte. En el mismo libro, el lector encuentra una breve explicación: “fue una explosión de recuerdos, de protestas, asombrosa experiencia de memoria, de reconocimiento, ires y venires en los tiempos, en las historias”. La editorial describe en la contraportada que se trata de “esa voz de la agonía en un lenguaje narrativo inédito”.
A la autora de Las hojas muertas le llevó siete años finalizar la escritura de Días de tu vida. Encontrar la voz fue lo que más le costó. “Un buen día oí su voz”. Resultó un estilo singular, con la catarata de frases, ausente de mayúsculas, sin prestar rigurosidad a los signos de puntuación y con frases entrecortadas, muchas repeticiones, como una forma de reproducir tal como ella hablaba. Al respecto, Eduardo Antonio Parra señaló que “es escritura de búsqueda y hallazgos. Una novela muy diferente a lo que hemos leído siempre”.
Un mundo interior, al igual que la historia de una numerosa familia, la migración libanesa, personajes públicos y de la intelectualidad me-xicana quedan retratados en esta biografía tan personal que entrega la poetisa, ensayista y traductora de 73 años, quien compartió su experiencia desde el otro lado de la cámara en una transmisión por las redes sociales de Ediciones Era y de la Universidad Autónoma de Nuevo León, donde la presentación permanece para su visualización.
“Creo que capté su humor, su ironía, cierta felicidad en el sentido de que ya no hay nada qué hacer. ¿Qué vas a hacer? ¿Llorar? No, porque eso no sale bonito en una grabación, mejor exprésate. Es una especie de tomarse su tiempo y tener lo que se llama asociación libre, va apareciendo absolutamente todo”, describió sobre el homenaje a su hermana, aunque ambas tenían personalidad y carácter muy opuesto, “éramos una especie de siamesas”.
Una gran viajera, de excepcional hospitalidad, buenísima para los idiomas, sumamente bella, así la describió Bárbara. “Para mí no hay distanciamiento. Solamente hay la traslación al papel de lo que yo estaba oyendo, es lo que hice”; para quienes conocieron a Patricia fue traerla de regreso.
El estilo particular de Días de tu vida, más que encontrar nuevas formas, trató de no repetirse “ese instintivo no creo”. No encontró objeción en el editor ni preocupación porque el lector lo encuentre difícil. En cambio, comentó, en su trabajo como colaboradora quincenal en La Jornada, “ahí sí yo quiero que a todo lector de ese periódico le pueda interesar mi artículo, ahí sí tengo un esmero por la precisión, la forma. En fin, me sirve mucho de conocimiento de la lengua”.
En casa le queda “un alterito de libros en proceso, son recopilaciones de ensayos publicados aquí y allá, de cuentos, testimonios, crónicas, de una serie de asuntos, de artículos, con tema y, entonces, esos, si sigo viva, sí pienso dejarlos listos”. Sin embargo, ya no hay la tremenda ilusión de verlos publicados.
Encontró la voz de Patricia y, como escribió Bárbara Jacobs, “si quien se halla a punto de morir conserva los recuerdos intactos, la lucidez y la calma, la víspera de la muerte puede representar un estadio entrañable, gozoso, casi feliz”.