En días recientes, casi por una semana para ser exactos, he preguntado –a quienes me han querido escuchar– cuál es su opinión acerca de los ex presidentes en caso del juicio al que serían sometidos si gana el sí en la consulta que se efectuará el primer día de agosto.
Aunque supuse que las respuestas irían por un solo camino, como sucedió, no esperaba el grado de irritación que causa nada más nombrar a algunos ex mandatarios, incluso salta la idea de la elaboración de una buena encuesta para saber cuál de los cinco que serían procesados es el más odiado por la población.
Sobre todo lo rescatable está la memoria de la gente, el recuerdo que les llega cuando se habla de Carlos Salinas o Felipe Calderón, principalmente, pero no dejan títere con cabeza. Mencionan a Vicente Fox, el traidor, y casi en el mismo nivel colocan a Ernesto Zedillo y a Enrique Peña Nieto.
Saben por qué habría que enjuiciarlos, de lo que no tienen certeza es qué pasará si, como todo indica, se les declara culpables. Meter a la cárcel a cinco personas a las que se les consideró los mejores hombres de México parece encerrar al país en un laberinto sin salida, aunque también da pie para rescribir la historia de cuando menos las tres últimas décadas de nuestra nación sin demagogia partidista.
por eso es tan importante acudir a ese ejercicio de la llamada democracia participativa, que no parece el remedio para restaurar la importancia y trascendencia del ciudadano y sus derechos, pero que es, sin duda, un paso más que importante para despejar el camino del verdadero México.
Pero no hay que adelantar pronósticos.La posibilidad de que el juicio se efectúe es más que difícil. Para que los ex presidentes vayan al tribunal necesita votar 40 por ciento del padrón electoral y eso no es cosa fácil, es más, podría considerarse una misión imposible, aunque no inútil.
Y no será en vano porque entre lo que se diga de un lado y de otro, o de uno solo, se descubrirán las atrocidades múltiples que se cometieron en contra de los habitantes del país, cosa que no debe repetirse.
Nada mal estaría hacer una prueba de esas que enlazan la respuesta con un nombre para saber si, como comprobamos, la gente sí sabe qué fue lo que le robaron y quién o quiénes.
Son tiempos turbios, por eso es que se requiere una claridad que permita trazar con seguridad el camino a recorrer con el fin de hallar el bienestar que necesita con apremio todo el país. Sanar es urgente, reconstruir sobre buenos cimientos es inteligente.
De pasadita
Resulta que ahora al proceso electoral pasado en la ciudad se le ha puesto el mote de elección milagrosa, y eso porque nadie sabe cómo varios personajes inaceptables en la vida política de la urbe, como Gabriel Quadri, ocuparán, con salario, un lugar en la arena política de la CDMX.
Pero tampoco resulta explicable cómo muchos alcaldes, y sobre todo diputados al Congreso –la peor Cámara en la historia de la capital–, hayan logrado relegirse. Uno de esos muy extraños casos es el de la diputada Martha Ávila. ¿De dónde los atributos de la legisladora para lograr la relección?
Y no sólo ella; ningún congresista debería haber repetido en el cargo, si a cosas del trabajo nos atenemos. Es tiempo de investigar esos milagros antes de que se conviertan en horror.
La suerte está echada, el trabajo legislativo para mañana estará del mismo nivel que el que se va y que ha sido calificado por propios y extraños como insalvable. Qué desgracia.