Contra viento y marea, el gobierno de la 4-T ha decidido reflotar a Petróleos Mexicanos (Pemex), tras el destrozo que los gobiernos neoliberales hicieron de la ahora empresa productiva del Estado. La administración peñanietista entregó una empresa saqueada, con producción en declive, financieramente cianótica y corrupción galopante, siempre en aras de que cuajara su proyecto privatizador, cuyo inicio se remonta a los tiempos salinistas.
No pudieron acabar con Pemex, aunque los neoliberales cerca estuvieron de lograrlo. Sólo para dar una idea del saqueo –más allá de que la Secretaría de Hacienda le exprimía hasta el último centavo–, alrededor de 80 por ciento del huachicol se realizaba en las propias instalaciones de la empresa del Estado, y ello apenas es una muestra del grado de corrupción imperante en los gobiernos anteriores. Ahora, con el nuevo régimen, poco a poco mejoran producción y finanzas de la otrora paraestatal pero, sin duda, falta camino por recorrer, en el entendido de que Pemex ha requerido de terapia intensiva.
En este contexto, una excelente noticia es que el precio del barril mexicano de exportación ha incrementado hasta alcanzar el mejor nivel de los últimos tres años (70.76 dólares el viernes pasado). Cuando la 4-T se instaló en Palacio Nacional recibió un precio de 53.14 dólares, de tal suerte que de esa fecha a la actual el aumento ha sido superior a 33 por ciento.
No obstante, se debe recordar que en abril de 2020, con la pandemia a toda velocidad, el precio del barril mexicano de exportación –como el de todos los crudos en el mundo– cayó co-mo nunca, hasta ser negativo; es decir, para venderlo en el mercado internacional prácticamente había que pagar para que se lo llevaran.
El 20 de abril de 2020 la mezcla mexicana se desplomó de 14.35 a -2.37 dólares por barril, algo verdaderamente inaudito. Por primera vez en la historia cerró en negativo, pero tras unos días de jaloneo entre los grandes productores, el precio comenzó a subir hasta llegar a 8.53 dólares, positivo, sí, pero aún desastroso. Poco a poco comenzó a aumentar, aunque transcurrieron dos meses para romper la barrera de 30 dólares y comenzar la plena recuperación.
A un año y pico de distancia de aquella sacudida, el barril mexicano sobrepasa 70 dólares, frente a los 42.10 dólares aprobados por el Congreso y estimados en los Criterios Generales de Política Económica para 2021.
El mercado petrolero internacional es altamente volátil, y el simple anuncio de mayor o menor producción implica alteraciones en los precios. De hecho, ayer se conoció que las naciones integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) no llegaron a un acuerdo sobre un eventual incremento en la extracción de crudo, y ello de inmediato provocó una nueva alza del oro negro.
Según el informe de la OPEP más reciente, los precios del crudo en el mercado internacional “experimentaron firmes ganancias en mayo pasado, subiendo en promedio de 6 por ciento, estableciéndose en máximos de varios meses, en medio de fundamentos más sólidos. Las refinerías en la mayoría de las regiones mostraron aumentos en el interés de compra ante la expectativa de una mayor recuperación de la demanda de petróleo con el acercamien-to de la temporada de conducción de verano”. Por el lado de la demanda mundial de crudo, estima que “se espera que alcance un promedio de 96.58 millones de barriles y que en 2021 el crecimiento se mantenga sin cambios.
Aun así, la OPEP reconoce que la recuperación económica mundial “se ha retrasado debido al resurgimiento de las infecciones por Covid-19 y los nuevos bloqueos en economías clave, incluida la zona euro, Japón e India, que mantuvieron bajas las tasas de crecimiento en el primer semestre de 2021. Sin embargo, los esfuerzos de vacunación en curso, la creciente proporción de casos recuperados que conducen a un aumento de la inmunidad colectiva y la flexibilización de las restricciones de encierro dan optimismo de que la pandemia podría ser contenida en los próximos meses”.
Las rebanadas del pastel
El círculo casi se cierra con el encarcelamiento de Luis Cárdenas Palomino, uno de los consentidos (por no decir socios) de Felipe Calderón y Genaro García Luna. Desde ayer duerme en el penal de Almoloya. Pero falta uno, el principal.