Ciudad de México. Las ideas de la Comuna de París son más actuales hoy que en el siglo XX, cuando la revolución se pensaba sería empujada por la clase obrera industrial. La heterogeneidad de la insurrección francesa de hace 150 años “tiene muchas afinidades con los movimientos sociales de nuestros días”, sostiene en entrevista el historiador italiano Enzo Traverso.
El reconocido docente de la Universidad de Cornell, EnzoTraverso (Piamonte, 1957), explica que se trató de “una experiencia fulgurante de libertad, igualdad y proyección hacia el futuro emancipado. Esa es la razón por la cual el mensaje fue tan fuerte y está grabado en nuestro imaginario colectivo, a pesar de que muchos tienen una visión positiva de ella, no saben muy bien qué fue”.
La insurrección “fue hecha por artesanos, una clase obrera muy precaria de trabajadores temporales, mujeres que no tenían un estatuto social estable y artistas e intelectuales bohemios”, similar a la participación en movimientos como Occupy Wall Street, 15M y Nuit Debout.
“Es la precariedad y heterogeneidad social del capitalismo neoliberal que, por una paradoja, presenta bastante afinidades con una época de capitalismo preindustrial”, agregó el investigador.
Añade que otra afinidad entre el presente y la Comuna es que en la centuria pasada existían “movimientos políticos que tenían una idea de sociedad y de futuro, una ideología fuerte: socialismo, comunismo en todas sus variedades. En la Comuna no fue así.
“No había un programa que quisiera aplicar una ideología. La comuna fue animada por corrientes muy distintas que trabajaban juntas y en una invención del futuro cada día. Algo similar ocurre hoy con muchos movimientos sociales y políticos alternativos que están buscando el futuro; critican las formas de dominación, pero no saben muy bien cómo.
“Tomar el cielo por asalto significa inventar el futuro cada día; eso es lo que permite a corrientes tan distintas identificarse con la comuna. Comunistas, socialistas, demócratas radicales, anarquistas, jacobinos, anticolonialistas, feministas, antirracistas, movimientos de género, todas las corrientes poscoloniales, pueden asumir la comuna, porque fue una experiencia abierta.”
Enzo Traverso menciona que “todos los movimientos alternativos que reivindicaron la herencia de la Comuna tuvieron que criticar las tentativas de domesticación, neutralización y despolitización”. En las dos décadas recientes se reapropiaron de la herencia de la Comuna. En México, por ejemplo, hubo resonancia en 2006 con la rebelión en Oaxaca”.
Más tarde, reapareció con Occupy Wall Street, en 2011, en Estados Unidos; El Cairo y en Túnez durante las revoluciones árabes (2010-2012); en la Puerta del Sol en Madrid con el 15M, en 2011, y en la Nuit Debout, en 2016, en Francia. “Un conjunto de experiencias que intentaron reivindicar y reactivar la dimensión subversiva de la Comuna, como ‘tomar el cielo por asalto’”.
Traverso es autor de investigaciones como La violencia nazi, La historia como campo de batalla: interpretar las violencias del siglo XX y Melancolía de izquierda: marxismo, historia y memoria, publicados en México por el Fondo de Cultura Económica (FCE).
El historiador refiere que la “historiografía de la Comuna es un poco como la de las revoluciones francesa, rusa y mexicana; es decir, en ellas se mezclan las reconstrucciones históricas rigurosas y académicas, y las reflexiones sobre su sentido político, dimensiones indisociables, porque la Comuna siempre fue estudiada, no solamente como una experiencia del pasado, sino también como un conjunto de lecciones para el presente.
“Durante el siglo XX hubo una imagen de la Comuna filtrada por el octubre ruso: estaba interpretada como que los comuneros eran precursores del bolchevismo, una especie de revolución bolchevique incumplida, interrumpida, de cierta inmadurez, primitiva.”
Esta visión ya no es vigente por la caída de los modelos soviético y revolucionario bolchevique, que redescubre “una comuna libertaria, lejana de todo tipo de centralismo, jerarquía y autoritarismo, que crea experiencias y formas de socialización, de vida y de democracia horizontal”.
Traverso menciona que investigar la revuelta popular que tuvo 72 días de duración ha tenido la dificultad de extraerla “de todas las diferentes capas y estratos de interpretación que se le superpusieron en el siglo XX; es decir, hay que plantear nuevas preguntas a lo que fue la Comuna”.
Relata que Kristin Ross, en su libro Communal Luxury, “redescubre la idea de la comuna sobre que el arte y la cultura hay que compartirlas”. El investigador destaca que el gobierno autogestionario en París “estableció los principios de que hay que combatir las desigualdades sociales, compartir la riqueza, que tiene que ser una fuente de prosperidad colectiva y no ser apropiada por una minoría o una élite”.