Madrid. Vigilancia furtiva de los rivales, coacciones subrepticias mediante “dosieres secretos”, falsificación de facturas, escuchas telefónicas ilegales, amenazas a rivales, periodistas, líderes sociales y activistas ecologistas… En resumen, una trama de espionaje bien engrasada que confluía en un mismo personaje, quizá de los más oscuros de las últimas décadas en España: el ex comisario de policía José Manuel Villarejo. Era el espía privilegiado de las grandes multinacionales españolas, cuya caída ha provocado a su vez la imputación de hasta 30 directivos de firmas como el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), Iberdrola, CaixaBank, Banco Santander y Repsol. Es una trama que pone en evidencia una actividad común, pero también secreta, que saca a la luz lo más turbio de la práctica empresarial.
El ex comisario Villarejo está en el centro de una compleja red de espionaje que no sólo afecta a los políticos más importantes de España; desde el rey emérito Juan Carlos de Borbón hasta la actual fiscal general del Estado, Dolores Delgado. Su entramado de información clasificada, casi siempre obtenida por métodos ilegales, también formaba parte del día a día de las grandes corporaciones empresariales españolas, que para obtener sus objetivos eran capaces de utilizar las técnicas más sucias y cuestionadas en la deontología empresarial y la libre competencia.
En torno a este ex policía, que se ha hecho multimillonario ofreciendo sus servicios cuando seguía cobrando del erario como servidor del Estado, se han abierto hasta 31 procesos judiciales, todos ellos llenos de nombres, informes secretos, reuniones guardadas como “clasificadas” por la turbiedad de los asuntos tratados y unas prácticas que han llegado a hacer perder centenares de millones de euros a algunas de las empresas más embarradas de este lodo, sobre todo BBVA e Iberdrola.
La última imputación de calado por el espionaje que ofrecía Villarejo para aniquilar a rivales, a periodistas o activistas sociales que se interpusieran en su camino, es la del actual presidente de la eléctrica vasca Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, quien incluso contrató los servicios del ex policía para algunos de sus viajes a México en 2004, precisamente cuando logró afianzar la expansión de sus negocios en nuestro país.
Operación Tándem
También está en la mira de la justicia la intervención de Villarejo en el intento de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la constructora española Sacyr de hacerse con el control de la firma energética Repsol, entre 2011 y 2013, en una operación impulsada por el entonces director de la petrolera mexicana, Emilio Lozoya Austin, con el beneplácito del entonces mandatario del país, Enrique Peña Nieto, y el empresario y presidente de Sacyr, Luis del Rivero. La operación finalmente fracasó y salió fortalecido el todavía dirigente de Repsol, Antonio Brufau, también investigado por utilizar los servicios del ex comisario Villarejo, al que llegó a pagar hasta 200 mil euros. (https://bit.ly/3hBn5Hk) y (https://bit.ly/3dE6BwE)
Por el entramado en torno a Villarejo, que la justicia y la policía llamaron el caso Tándem, están imputados el ex presidente de BBVA, Francisco González; el presidente de Repsol, Antonio Brufau; el de Fundación La Caixa, Isidro Fainé; los navieros Ángel y Álvaro Pérez-Maura, así como los promotores de la urbanización de lujo madrileña La Finca, Susana Cereceda y Francisco Lorenzo Peñalver, estos dos últimos pendientes ya de juicio.
A esta lista recientemente se han sumado el presidente de Iberdrola, Sánchez Galán, su colaborador más cercano y número dos de la eléctrica, Francisco Martínez Córcoles, el ex presidente de Iberdrola España, Fernando Becker, y el que fuera jefe de gabinete de la presidencia de la compañía eléctrica, Rafael Obergozo. También han salido a la luz operaciones sospechosas con supuestos intermediarios, como Adrián de la Joya o el naviero Ángel Pérez-Maura.
Los investigadores han descifrado el modus operandi de Villarejo gracias a las notas que el comisario jubilado escribió en sus agendas y a la documentación, como facturas, que acredita la realización de decenas de “proyectos” de investigación. Todo ello incautado en su domicilio, junto a las grabaciones de sus propias conversaciones, muchas de las cuales se mantuvieron con los ex jefes de los departamentos de seguridad de las distintas empresas contratantes, con una cercana relación por sus anteriores etapas como policías y con quienes negociaba sus servicios. También gracias a que el propio Villarejo ha ido entregando algunos de sus “dosieres secretos” para ir favoreciendo su causa ante los tribunales.
Villarejo está actualmente en libertad bajo fianza, después de pasar tres años y medio en prisión provisional y a la espera de que se celebren los numerosos juicios en su contra. Pero lo que se ha ido acreditando en su contra es mucho, y en cuanto a las grandes multinacionales españolas se presume que sólo BBVA le pagó 10.5 millones de euros, Iberdrola más de un millón y medio, Repsol casi medio millón, CaixaBank cerca de 200 mil euros y el Banco Santander más de 20 mil. Al menos eso es lo que se conoce hasta ahora, pero aún la red tejida por el ex comisario está en fase de investigación dado el nivel de encriptamiento que había desarrollado para ocultar sus labores y su materia de trabajo: la información más delicada de los rivales de sus clientes y la de sus propios clientes.
Zozobra de empresarios
Villarejo declaró en una de sus comparecencias ante el juez, y ante las reiteradas acusaciones de que formaba parte de las “cloacas del Estado”, que “las cloacas no generan mierda, la limpian”. Para “limpiar” esa “mierda” él mismo creó una red empresarial, en torno al denominado Grupo Cenyt, desde donde controlaba no sólo decenas de millones de euros, sino que tenía en su agenda a algunas de las personas más influyentes del país, tanto de la política como de la empresa. Y ahora todo va saliendo a la luz y eso genera cada vez más zozobra entre los grandes empresarios y directivos de las multinacionales españolas, que también están en la mira de la justicia.